Bogotá cuenta con un espacio de información muy completo donde la ciudadanía, residentes y extranjeros pueden consultar la información que les interesa sobre Bogotá, su historia, sus localidades, la gestión y principales noticias de la Administración Distrital.
El pronóstico meteorológico para Bogotá este viernes 10 de octubre de 2025, según el Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (IDIGER), apunta a una madrugada seca con cielos parcialmente nublados y una temperatura mínima de 10 °C. Se prevé que la mañana se mantenga mayormente sin lluvias, aunque algunas precipitaciones podrían presentarse en el sur de la ciudad. Por la tarde, se anticipan lloviznas y lluvias ligeras, especialmente en el norte y occidente, afectando localidades como Engativá, Suba, Fontibón y Usme.
No obstante, limitarse al informe diario oculta factores históricos y sociales que moldean la experiencia urbana frente al clima. Bogotá, asentada a más de 2.600 metros sobre el nivel del mar, evidencia un clima típico de sabana de altura, con variaciones bruscas de temperatura y tendencia a lluvias por la tarde. Según expertos y organismos como el IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales), la incidencia de lluvias intensas y eventos meteorológicos extremos ha mostrado un aumento gradual en la última década, fenómeno atribuido tanto a cambios regionales como a procesos de urbanización acelerada.
Datos oficiales del Observatorio Ambiental de Bogotá indican que localidades como Suba y Usme experimentaron un incremento de hasta el 15% en días con lluvias fuertes en los últimos cinco años. Este aumento repercute en desafíos tangibles para la movilidad, la infraestructura y la salud pública. La meteoróloga de la Universidad Nacional, Claudia García, resalta que los episodios lluviosos vespertinos en la capital “son cada vez más impredecibles y localizados”, consecuencia directa del aumento de la temperatura superficial y la expansión urbana desordenada, lo que complica la gestión de riesgos y la prevención de emergencias.
Reportes recientes de El Espectador advierten sobre la urgencia de fortalecer los sistemas de alerta temprana, especialmente en barrios vulnerables donde el drenaje resulta insuficiente. La Red Latinoamericana de Ciudades Resilientes, al comparar a Bogotá con otras urbes andinas como Quito y La Paz, señala que la capital colombiana invierte poco en infraestructura verde y adaptación climática, situación que expone a sus habitantes a mayores riesgos durante eventos lluviosos.




En lo social, la variabilidad climática afecta la agenda diaria. Por ejemplo, eventos de alta concurrencia como la Mega Feria de Empleo del 10 de octubre se ven condicionados por la posibilidad de lluvias, lo que enfatiza la importancia de los servicios digitales que ofrece la administración distrital para disminuir la exposición al mal tiempo y facilitar los trámites ciudadanos.
¿Cuáles son las consecuencias de la falta de inversión en infraestructura verde en Bogotá? Las cifras y comparaciones presentadas evidencian que la falta de infraestructura verde, según la Red Latinoamericana de Ciudades Resilientes, aumenta la vulnerabilidad ante las lluvias e incrementa el riesgo de inundaciones. En consecuencia, la población enfrenta afectaciones recurrentes en la movilidad urbana y la salud pública, especialmente en sectores con menor cobertura de servicios y sistemas de drenaje.
La inversión insuficiente en soluciones como parques, zonas de retención hídrica y vegetación urbana ha impactado la capacidad de la capital para adaptarse a los cambios climáticos. Al mismo tiempo, limita la resiliencia de las comunidades frente a los eventos extremos que se registran con mayor frecuencia y magnitud en los últimos años, con lo que se enfatiza la necesidad de políticas públicas más robustas y preventivas.
¿Qué significa “resiliencia” en el contexto climático urbano? El término “resiliencia” hace referencia a la capacidad de las ciudades y sus habitantes para anticiparse, resistir y recuperarse frente a eventos climáticos extremos. El concepto ha cobrado especial relevancia en contextos de cambio climático y urbanización acelerada, como el de Bogotá, donde la exposición a lluvias intensas y variabilidad térmica requiere estrategias de adaptación y mitigación.
La resiliencia urbana implica la planeación y desarrollo de infraestructura adecuada, sistemas de alerta temprana eficientes y una participación activa de la ciudadanía. En ciudades como Bogotá, mejorar la resiliencia representa reducir el impacto de las lluvias sobre la vida cotidiana, la infraestructura y los servicios esenciales, así como fortalecer la respuesta institucional ante emergencias ambientales.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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