Por: Portal Bogotá

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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 6, 2025 - 12:25 pm
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La reciente plantación de 100 árboles de 12 especies diferentes en el norte de Bogotá representa un paso determinante hacia la integración de la conservación ambiental en el desarrollo urbano. Bajo la coordinación de la Secretaría Distrital de Planeación, el Jardín Botánico José Celestino Mutis y el Proyecto Lagos de Torca, esta iniciativa busca fortalecer la biodiversidad y proteger los ecosistemas locales a través de la conformación de corredores ecológicos estratégicos y la consolidación del futuro Parque Metropolitano Torca Guaymaral. Al priorizar especies como el roble, pino romerón, guayacán de Manizales y siete cueros, se reconoce el valor de la flora nativa para la sostenibilidad de especies animales, sobre todo de aves, que dependen de la conectividad ambiental entre lugares clave como los Cerros Orientales y el humedal Torca-Guaymaral.

María Claudia García, directora del Jardín Botánico José Celestino Mutis, destaca que esta intervención contribuye a la restauración de servicios ecosistémicos esenciales para Bogotá. Entre estos servicios se incluyen la regulación del clima, la mejora de la calidad del aire y la conservación de los cuerpos de agua, fundamentales para una ciudad en constante crecimiento. Así, se refuerza una tendencia impulsada por datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que advierten sobre la necesidad de desarrollar ciudades sostenibles ante la creciente urbanización mundial prevista para las próximas décadas (ONU–Hábitat, 2024). Proyectos de “renaturalización urbana”, como el de Bogotá, buscan ampliar las zonas verdes urbanas y, al hacerlo, incrementar la resiliencia ante amenazas ambientales, al tiempo que aportan al bienestar social (Colciencias, 2023).

La plantación se enmarca en el concepto científico de “corredores biológicos” urbanos, que son zonas verdes interconectadas para el desplazamiento y resguardo de especies, contribuyendo a mantener la diversidad genética y la salud de los ecosistemas. De acuerdo con informes internacionales, como el de WWF de 2024, estas estrategias potencian la presencia de aves y polinizadores, lo que a su vez genera impactos positivos en la calidad ambiental urbana. Además, iniciativas similares documentadas por medios como The Guardian y NPR resaltan el papel activo de la comunidad en el éxito de proyectos de infraestructura verde, al fomentar una cultura de respeto y participación en la defensa de lo ambiental.

A nivel institucional, Bogotá ha impulsado políticas para proteger fuentes hídricas estratégicas, con la conservación de más de 3.500 hectáreas en áreas clave y la aprobación de marcos normativos para resistir la presión urbanística (Secretaría Distrital de Ambiente, 2025). Estas políticas, en sintonía con celebraciones colectivas como el Día Mundial del Hábitat, respaldan la visión de una ciudad que valora y recupera sus espacios verdes, respondiendo a los desafíos globales de cambio climático y expansión urbana.

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Es importante subrayar el papel de las entidades científicas, como el Jardín Botánico José Celestino Mutis, para definir qué especies deben plantarse y supervisar el impacto de la intervención ecológica. Elegir adecuadamente las especies a plantar es fundamental para mantener el equilibrio ecológico y evitar riesgos asociados a la introducción de especies inadecuadas que pudieran afectar la sostenibilidad a largo plazo. Así, la reciente jornada en Usaquén trasciende un simbolismo ambiental, consolidándose como parte de una estrategia urbana sólida para una Bogotá más habitable y resiliente.

¿Por qué es importante la elección de especies nativas en programas de restauración urbana? La elección de especies nativas tiene suma relevancia en la restauración ambiental urbana debido a su adaptación a las condiciones locales y su papel esencial en sostener las especies de fauna autóctonas. Esta relación es crucial para garantizar la conectividad ecológica y preservar la diversidad biológica en un entorno urbano afectado por el crecimiento poblacional. Adicionalmente, la recuperación de áreas verdes con flora adaptada al clima y suelos locales tiene mayor eficacia en la provisión de servicios ecosistémicos, como la regulación hídrica, la polinización y la purificación del aire, tal como destacan los informes citados de la Secretaría Distrital de Planeación y el WWF.

La relevancia de este enfoque trasciende el cuidado estético de la ciudad e incide directamente en la resiliencia ambiental del entorno urbano. Implementar especies nativas facilita tanto la restauración ecológica genuina como el reconocimiento y disfrute de la biodiversidad local por parte de las comunidades.

¿Qué es un corredor biológico urbano y cuál es su función? Un corredor biológico urbano consiste en una franja verde interconectada dentro del ambiente citadino, que permite el desplazamiento y la reproducción de diversas especies, especialmente en contextos donde existen fragmentos de hábitat aislados por la expansión de la infraestructura. Estos corredores son vitales para mantener la diversidad genética de la fauna y flora local, lo que se traduce en ecosistemas más funcionales y resistentes ante perturbaciones.

Su función reside en unir parques, reservas y otras áreas ecológicas, permitiendo a las especies trasladarse en busca de recursos o hábitat sin las limitaciones impuestas por el entorno construido. Así, los corredores biológicos urbanos se posicionan como herramientas clave para la conservación, según se verifica en el informe del Proyecto Lagos de Torca y estudios reseñados por The Guardian, aportando a la sostenibilidad de ciudades que se adaptan proactivamente al reto ambiental y demográfico.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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