En Barranquilla y Cartagena, Iván Duque presidirá los actos de bienvenida al Consorcio Energético de la Costa y a Empresas Públicas de Medellín (EPM), los dos nuevos operadores que se harán cargo, desde este jueves primero de octubre, de comercializar y distribuir el servicio de energía en siete departamentos del norte de Colombia.

Esa amplia región fue dividida en dos porciones: una denominada Caribe Sol, integrada por Atlántico, Magdalena y La Guajira (que suman más de 1,2 millones de usuarios), que será atendida por el Consorcio Energético de la Costa (Aire); y otra llamada Caribe Mar, conformada por Bolívar, Córdoba, Sucre y Cesar (con más de 1,5 millones de clientes), atendida por el grupo EPM (Afinia).

El cortocircuito entre Electricaribe y sus usuarios comenzó en 2010, pero en 2015 se saltaron los tacos de esa relación debido al incremento inusitado de interrupciones del servicio. En 2016, fue intervenida por el Gobierno. A eso se sumaron un riesgo de apagón, constantes fallas del fluido eléctrico, daños en electrodomésticos por cambios de voltaje, que incluso ocasionaron lesiones en personas y muertes (como la del padre de la actriz Milady Dau o la de una mujer que fue electrocutada cuando iba con su hija y su esposo, entre muchos otros casos); facturas impagables e indignación colectiva por los hallazgos fiscales de la Contraloría General, recuerda El Heraldo.

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Por eso, la salida de Electricaribe es un hecho destacable no solo para la Costa Atlántica, sino pare el país en general, y así queda patentado en los editoriales de los principales diarios que este martes, desde diferentes perspectivas, reseñan el cambio de operadores. Y la forma en que lo hacen es directamente proporcional a su cercanía o proximidad con la región afectada.

De hecho, el diario barranquillero es el más expresivo: califica de “descaro y cinismo” el que Electricaribe hubiera incumplido “la ejecución de recursos públicos destinados a proyectos de normalización de redes eléctricas y subsidios para facturas de usuarios de estratos 1 y 2 usados para disminuir sus pérdidas”.

“Comienza una nueva etapa para más de 10 millones de personas que padecieron durante años los intolerables atropellos de una empresa ‘especializada’ en prestar un pésimo servicio, que afectó su calidad de vida e impactó negativamente la competitividad de las empresas e industrias de la Costa”, agrega el principal diario de la Costa, que también tacha de “perturbador” el servicio que prestó Electricaribe, “producto de la incapacidad de la compañía eléctrica para honrar sus obligaciones”.

Para El Heraldo, Electricaribe “se va por la puerta de atrás, cuestionada y rechazada por millones de usuarios a los que irrespetaron y maltrataron prestando un servicio indigno y hasta inhumano. Bien ida está”.

El Universal, de Cartagena, sostiene que los habitantes de la región que será atendida por la empresa Afinia (EPM) reciben con “ilusión” la llegada del grupo antioqueño, a la vez que asegura que los últimos diez años en la prestación del servicio por Electricaribe “son para no recordar”, y considera que la región dejó de estimar a esa compañía “por el irregular servicio brindado en las ciudades o el pésimo prestado en las zonas rurales”.

Recomienda, eso sí, a EPM tener “especial cuidado” con las decisiones dirigidas a incrementar tarifas “más allá de lo que la prudencia, la justicia y la realidad aconsejan, ante el maltrecho momento económico por el que atraviesa la región y la debilidad histórica por razón de una pobreza que no hemos sabido reducir bajo los esquemas de mediocridad institucional que hemos padecido”.

Desde el interior del país, las miradas son menos apasionadas. El Tiempo, por ejemplo, advierte que la entrada de los nuevos operadores “no se traducirá automáticamente en el fin de los profundos problemas de Electricaribe, como los altos costos, los cortes de luz y las quejas por el daño de los electrodomésticos”.

“Se trata de un rezago de muchos años de inversiones y un deterioro que sigue pasando factura”, puntualiza este diario bogotano. “Estas son altas expectativas de los usuarios que deben manejar las dos nuevas compañías mientras gestionan este difícil legado”.

Pero a todas estas miradas se suma otra que es clave. Si bien se ha reconocido que los usuarios han sido las víctimas de Electricaribe, El Espectador pone también el foco sobre la cultura de no pago, que puede entenderse como origen o como consecuencia del mal servicio. Eso, dice este periódico, “tiene asustadas a las dos nuevas empresas” (Aire y Afinia). “En estratos altos, en ocasiones ni siquiera llega a la mitad la cantidad de personas que pagan su factura. También hay denuncias de piratería en las conexiones y un irrespeto generalizado”.

“No será sencillo ni un cambio de la noche a la mañana. Las empresas tendrán que ganarse la confianza de los usuarios dando mejores resultados tan pronto como sea posible”, alerta El Espectador, pero también subraya que “desde el otro lado, para garantizar la sostenibilidad del proyecto, las personas deberán empezar a pagar sus facturas. Si estamos hablando de un nuevo comienzo, debe venir con cambios en el comportamiento de todos los involucrados”.

Y la cereza que le falta a este pastel la pone La República, que se refiere a un mal que no solo afecta a la Costa, sino a todo el país, y que permea negativamente todas las esferas de la sociedad: la politiquería. “Ojalá, Electricaribe sea la última triste etapa de malos manejos auspiciados en buena parte por las autoridades locales y regionales, quienes apoyadas por políticos populistas no han sido conscientes de que se deben cerrar capítulos y comenzar una nueva etapa para el servicio de energía del Caribe, en la que todos deben poner de su parte”.