“Lamento profundamente por las vidas de los niños argentinos, ahora expuestas a ser segadas en el vientre de sus madres con la anuencia del Estado”, escribió en Twitter el mandatario ultraderechista, que cuenta con un fuerte respaldo de las iglesias neopentecostales, acérrimas adversarias de la legalización del aborto.

“Mientras dependa de mí o de mi gobierno, el aborto nunca será aprobado en nuestro suelo. ¡Lucharemos siempre para proteger la vida de los inocentes”, agregó.

También se pronunció en términos duros este miércoles el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Ernesto Araújo, quien afirmó que Argentina ha “legalizado la barbarie” al despenalizar el aborto.

Brasil permanecerá en la vanguardia del derecho a la vida y en la defensa de los indefensos, sin importar cuántos países legalicen la barbarie del aborto indiscriminado, disfrazado de ‘salud reproductiva, ‘derechos sociales o como quiera que sea”, declaró Araújo.

En la misma forma se pronunció, también a través de las redes sociales, el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del jefe de Estado, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja y alineado en la dura ultraderecha que lidera su padre.

“En una sociedad en que el bebé, símbolo del mayor amor, pasa a ser despreciable, se lanza a la basura la esencia humana”, escribió el segundo de los cuatro hijos varones del mandatario.

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El Senado argentino aprobó la madrugada del miércoles la legalización del aborto hasta la semana 14 de gestación. El presidente de centro-izquierda Alberto Fernández celebró la decisión, afirmando que esta convierte a Argentina en “una sociedad mejor que amplía derechos a las mujeres y garantiza la salud pública”.

En Brasil, el aborto solo se permite en caso de violación, riesgos para la madre o si el feto desarrolló una anencefalia, una malformación congénita del sistema nervioso. En otras circunstancias, es pasible de tres años de cárcel.

La corte suprema realizó en agosto de 2018 una audiencia pública sobre el tema. 

En esa ocasión, la doctora María de Fátima, representante del Ministerio de Salud del entonces presidente Michel Temer, recordó que, pese a la prohibición, una de cada 5 mujeres brasileñas ha pasado por un aborto y que cada año mueren 203 mujeres y 250.000 son hospitalizadas por complicaciones en intervenciones clandestinas.

La declaración de Bolsonaro se suma a otras que ha hecho en el pasado con relación al gobierno de Fernández.

Bolsonaro llegó al poder hace dos años y Fernández hace uno, pero solo celebraron su primer encuentro (virtual, a causa de la pandemia de coronavirus) el mes pasado, tratando de pasar la página de una relación personal marcada por la hostilidad entre los mandatarios de los principales socios del Mercosur.

Cuando Fernández ganó las elecciones, Bolsonaro lo insultó en sus redes sociales y afirmó que en Argentina se venía “el zurdaje” (la izquierda). En otra ocasión, advirtió que “Argentina se está yendo rápidamente hacia un régimen similar al de Venezuela” y que podría producirse un aflujo masivo de refugiados argentinos a Brasil.

Fernández, por su lado, calificó a su par brasileño de “racista, misógino y violento”.

Siendo candidato, Fernández visitó al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva en una cárcel de Curitiba (sur de Brasil) donde el líder histórico de la izquierda purgaba una pena de prisión por acusaciones de corrupción que él siempre negó.

“Brasil no merece tener una mancha como es la detención de Lula. El pueblo brasileño no lo merece”, dijo entonces el argentino, siendo acusado a su vez por Bolsonaro de injerencia en asuntos internos de Brasil.