Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 5, 2025 - 6:10 am
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La reciente publicación de cifras sobre el desempleo juvenil ha dejado ver una compleja realidad para la población joven del país, especialmente en las ciudades más grandes. Según datos presentados por El Espectador, la tasa de desempleo entre los jóvenes de 15 a 28 años alcanzó un 17,9% durante el primer trimestre del año, una cifra que representa casi el doble de la tasa de desempleo nacional general. Esta situación afecta, en particular, a las ciudades consideradas capitales, donde las oportunidades laborales son más esquivas para los jóvenes recién egresados de instituciones educativas.

El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) subraya que este fenómeno impacta de manera desigual según el género. La brecha es especialmente notoria, pues mientras el desempleo global se mantiene en un 10,2%, la cifra para las mujeres jóvenes se dispara al 23,1%, indicando que las jóvenes enfrentan obstáculos adicionales para acceder al empleo, como la falta de experiencia, la discriminación y la mayor carga de labores domésticas no remuneradas que suelen asumir.

Analizando por ciudades, Bogotá, Medellín y Cali encabezan la lista con los mayores índices de desempleo en población juvenil. Según la información de El Espectador apoyada en datos del DANE, en Bogotá la falta de trabajo para jóvenes alcanza el 19%, mientras que en Medellín y Cali se sitúa en el 18,5% y 17,8%, respectivamente. Este panorama se complejiza aún más cuando se tiene en cuenta que la calidad del empleo también presenta carencias, ya que un alto porcentaje de jóvenes empleados se encuentra en la informalidad, sin acceso a prestaciones sociales ni estabilidad laboral.

Frente a este panorama, diversos expertos citados por El Espectador recomiendan que las políticas públicas se enfoquen en fortalecer la educación técnica y tecnológica, así como en establecer incentivos para la contratación de jóvenes en primer empleo. Se destaca además la importancia de programas orientados a la adquisición de experiencia laboral y a la eliminación de las barreras de ingreso al mercado de trabajo que enfrentan en mayor medida las jóvenes mujeres.

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El fenómeno de desempleo juvenil, de acuerdo con El Espectador y cifras oficiales del DANE, no solo constituye un problema económico, sino que también acarrea impactos sociales relevantes. Altos niveles de desempleo pueden contribuir a la frustración, migración interna hacia otras ciudades o países, e incluso a la exclusión social. Además, la falta de oportunidades en los sectores formales de la economía puede llevar a los jóvenes a aceptar trabajos informales e inestables, perpetuando así ciclos de precariedad y desigualdad que, según las fuentes citadas, requieren de una atención prioritaria por parte de las instituciones públicas y privadas.

¿Por qué la brecha de desempleo es más alta entre las mujeres jóvenes?

Las cifras del DANE mostradas por El Espectador indican una diferencia considerable en los niveles de desempleo entre hombres y mujeres jóvenes. Esta brecha obedece a múltiples factores sociales y culturales, como la tradicional asignación de tareas domésticas y de cuidado a las mujeres desde edades tempranas, lo que limita su disponibilidad y posibilidades para buscar y mantener empleo. Además, persisten prácticas discriminatorias en procesos de selección y contratación, que afectan principalmente a las mujeres.

La combinación de responsabilidades no remuneradas, baja demanda de labor femenina en ciertos sectores y escasas oportunidades de formación técnica específica contribuye a mantener esta desigualdad. Según los expertos citados, es esencial que las políticas públicas incluyan perspectiva de género y promuevan entornos laborales más inclusivos que faciliten el acceso y permanencia de las mujeres jóvenes en el mercado laboral formal.

¿Qué desafíos representa el empleo informal para los jóvenes?

El empleo informal, tal como lo describe el DANE en los datos recuperados por El Espectador, se refiere a trabajos que no brindan seguridad social, estabilidad ni garantías básicas de protección al trabajador. Esta modalidad prevalece entre los jóvenes debido al limitado acceso a empleos formales y a la falta de experiencia laboral exigida por los empleadores.

La informalidad limita el desarrollo profesional y económico de los jóvenes, pues suele implicar bajos salarios, ausencia de prestaciones y escasas posibilidades de ascenso. Estas condiciones pueden provocar que muchos jóvenes queden atrapados en empleos vulnerables y sin perspectivas de mejora, lo que perpetúa la inseguridad y dificulta superar las barreras estructurales del mercado laboral.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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