Todavía sigue crujiendo el maderamen de ese barco llamado Pacto Histórico que Gustavo Petro intenta llevar a buen puerto en medio de la tormenta que él mismo desató al dar un brusco timonazo a la derecha para subir a bordo al polémico cacique liberal de Antioquia Luis Pérez Gutiérrez.

El viraje no solo tiene desbarajustada la estructura de la nave, diseñada para navegar por (y para) la izquierda, sino que provocó el mareo de varios de sus más destacados tripulantes, que no han podido contenerse, se salieron del redil y vienen vomitando todo lo que piensan de la maniobra.

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La primera en sentir esa incontinencia fue Margarita Rosa de Francisco, reconocida defensora de las ideas de Petro, que no quiso botar por la borda todo lo que sentía, sino que se lo dirigió al mismo personaje que admira. Después de pedir un respiro para, como ella misma dijo, tragarse el “sapo”, y pedirle explicaciones, lució derrotada al decir: “Queda uno sin autoridad moral para exigirle nada a nadie”.

Otra reputada figura que navega en el Pacto Histórico y que rechazó la maniobra de Petro es el senador Iván Cepeda, que le dijo al líder de la Colombia Humana que “las relaciones políticas del Pacto Histórico deben estar exentas de personas que hayan hecho parte del uribismo, hayan sido acusadas de complacencia con acciones del paramilitarismo o señaladas por acciones corruptas. Rechazo cualquier alianza con el señor Luis Pérez”. Y también retuiteó un contenido del portal Vorágine con el comentario: “Luis Pérez y el parapolítico Suárez Mira: una alianza de vieja datada”.

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Más militantes del Pacto Histórico también se han manifestado en contra. Inti Asprilla dijo: “No estamos para nada cómodos con el posible ingreso de Luis Pérez”.

Petro ha sostenido que “se le ha propuesto al liberalismo todo y a sus integrantes en particular un pacto entre progresismo y liberalismo alrededor de dos conceptos: lo que el liberalismo hizo en el siglo XX como revolución en marcha, pero puesto en el siglo XXI y el gran pacto de la Constitución del 91”. Y, puntualmente, sobre Pérez, en Twitter Petro dijo: “Decir que al Pacto Histórico no entran quienes hayan sido uribistas es excluir la mayoría de la población. Los cambios políticos son exactamente eso, que las personas puedan variar apreciaciones anacrónicas y transformarlas en progresistas”.

Aparte de esos razonamientos, y a diferencia de las figuras del Pacto Histórico que se oponen a la llegada de Pérez, movidas por valores éticos e ideológicos, a Petro lo animaría una fuerza superior que es capaz de unir sin problemas en política los extremos de derecha e izquierda: el pragmatismo político, el cálculo de los votos.

Por qué Gustavo Petro querría a Luis Pérez en el Pacto Histórico

Hay una realidad que debe estar considerando Petro: en las elecciones presidenciales de 2018, en Antioquia, Iván Duque obtuvo cerca de 1’845.000 votos, es decir, más de un millón que los que consiguió Petro en ese mismo departamento, que fueron un poco más de 558.000. La derrota fue dura en esa región y es natural que no quiera repetirla.

“[La de Petro] Es una clara movida electoral. Recordemos que Pérez tiene un gran fortín electoral en Antioquia, departamento donde Petro sufrió una gran derrota en las últimas elecciones. Hace 4 años, cuando ganó la elección a la gobernación de Antioquia, Pérez sacó 815.000 votos, la segunda votación más alta después del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa. Esa cauda electoral explica la importancia estratégica que tiene Pérez”, explicó Alejandro Santos en Caracol Radio.

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Para Santos, Petro “es de los políticos que tienen un gran teflón, como lo han tenido [Álvaro] Uribe o [Donald] Trump, y este tipo de coyunturas o de decisiones, o de sapos, no creo que lo afecten mucho políticamente”.

Eso quedó probado este miércoles cuando Margarita Rosa le reafirmó su lealtad a Petro al negarse a una invitación que le hizo Íngrid Betancourt para que se aproximara a la Coalición Centro Esperanza.

Si bien la tormenta por la posible llegada de Pérez al Pacto Histórico no produzca el naufragio de ese barco, es factible que sí haga que llegue sin algunos de sus más importantes tripulantes (o, al menos, con varios de ellos a regañadientes) al primer puerto del 13 de marzo del año entrante, día de las consultas internas de las coaliciones para elegir candidatos únicos para las elecciones presidenciales. Después vendrá la primera vuelta, y quizá también el puerto de segunda vuelta…