Por: CENET

Portal de economía y negocios especializado en información del dólar, bolsas de valores, inversiones, otros mercados de capitales, indicadores económicos, criptomonedas, empresas y economía de bolsillo, entre otros temas del día a día.

Este artículo fue curado por pulzo   Ago 19, 2025 - 7:41 pm
Visitar sitio

Durante una reciente sesión conjunta de las comisiones económicas del Congreso colombiano, el gerente del Banco de la República lanzó una advertencia significativa: Colombia necesita una reforma fiscal integral que contemple los componentes inflexibles del gasto público. Esta preocupación surgió en el marco de la presentación del Proyecto de Presupuesto General de la Nación (PGN) para 2026, el cual se proyecta en $556,9 billones, reflejando un aumento del 5,9% respecto al presupuesto vigente para 2025. La propuesta contempla $454,5 billones en gasto primario (de los cuales $365,8 billones serían para funcionamiento y $88,5 billones para inversión) y una destinación adicional de $102,5 billones al servicio de la deuda. Para equilibrar los ingresos y egresos, se prevé cubrir una brecha de $26,3 billones mediante nuevas fuentes que deberán ser aprobadas en el marco de una venidera Ley de Financiamiento, datos sustentados en las cifras presentadas durante el debate legislativo.

Uno de los elementos fundamentales que subrayó el gerente del banco central consiste en la urgencia de revisar y ajustar lo que se conoce como gasto inercial: es decir, aquellos rubros presupuestales que crecen automáticamente debido a normas constitucionales y legales, como los recursos asignados a sectores de salud, educación, pensiones y transferencias territoriales. Este tipo de gasto limita la flexibilidad estatal para reasignar recursos o responder con agilidad ante desafíos económicos y sociales, restringiendo la capacidad del Estado para introducir cambios que mejoren la eficiencia o reduzcan gastos innecesarios.

El Sistema General de Participaciones (SGP) se destaca entre los componentes inflexibles. Tras el Acto Legislativo de 2024, el SGP aumentará gradualmente hasta representar el 39,5% de los ingresos corrientes de la Nación a partir de 2027, lo que garantiza mayor flujo de recursos a entidades territoriales pero también incrementa las presiones fiscales del gobierno central. Tanto el Banco Mundial como el propio gerente del Banco de la República coinciden en que estos aumentos requieren ser acompañados por una clara definición de competencias entre los diferentes niveles de gobierno, así como una gestión eficiente y coordinada del gasto, de acuerdo con reportes recientes de ambas instituciones.

En materia de estabilidad macroeconómica, el Plan Financiero oficial prevé un déficit total del Gobierno Central de 6,2% del PIB para 2026 y una deuda neta del 63% del PIB, niveles que de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ponen a Colombia al borde de los límites aceptables para economías emergentes. El gerente advirtió que la ausencia de reformas y controles apropiados podría comprometer la sostenibilidad de la deuda pública a medio y largo plazo, con riesgos de afectar negativamente el crecimiento económico y la estabilidad social.

Lee También

Para enfrentar este complejo panorama, tanto el gerente del Banco de la República como el ministro de Hacienda recalcaron la importancia de una reforma tributaria —articulada a través de la nueva Ley de Financiamiento— como el mecanismo esencial para ampliar la base tributaria, mejorar la recaudación y evitar un ajuste fiscal desordenado. De acuerdo con el Centro de Estudios Económicos (CEE) de la Universidad de los Andes, la clave reside en combinar un mejor recaudo con eficiencia en el gasto y una clara redistribución de las responsabilidades entre el Gobierno nacional y los territorios. Sin embargo, expertos advierten que aunque nuevas fuentes de ingresos puedan cerrar brechas temporales, la verdadera sostenibilidad se alcanzará solo con reformas que aporten control y eficiencia, especialmente en los rubros de gasto rígido.

El desafío, en definitiva, será encontrar un equilibrio entre la atención de compromisos sociales —como salud y educación— y la responsabilidad fiscal, garantizando la transparencia y eficiencia en la asignación de recursos. Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), avanzar hacia modelos de mayor participación ciudadana y rendición de cuentas será clave para fortalecer la confianza en la gestión pública y elevar los estándares de equidad y eficacia en el gasto.

En conclusión, la advertencia del gerente del Banco de la República refleja la urgencia de reformas fiscales y administrativas que, además de asegurar la estabilidad macroeconómica y cumplir con las metas presupuestarias, permitan un desarrollo más equitativo y sostenible para Colombia.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Qué es el gasto inercial y por qué representa un problema para el presupuesto público colombiano?

El gasto inercial se refiere a aquellas partidas presupuestales que, por mandatos constitucionales o legales, aumentan automáticamente cada año sin un análisis detallado de su eficiencia o impacto. Ejemplos notables en Colombia son los gastos en educación, salud, pensiones y transferencias a las entidades territoriales. Esta característica hace más difícil que el Gobierno pueda modificar el destino de los recursos públicos o adecuar el presupuesto ante cambios en las prioridades nacionales o en la coyuntura económica.

El problema central radica en que, al estar atados a leyes o disposiciones constitucionales, estos gastos dejan poco margen a la discrecionalidad del Ejecutivo y pueden restar flexibilidad fiscal frente a emergencias o necesidades cambiantes. Como advirtieron tanto el Banco de la República como organismos multilaterales citados en la discusión, esta situación puede conducir a desequilibrios estructurales, dificultando la capacidad de respuesta estatal y complicando la gestión sostenible de las finanzas públicas.

¿Por qué la coordinación entre nación y entidades territoriales es clave para la eficiencia del gasto público?

La distribución de competencias y responsabilidades financieras entre el gobierno central y las entidades territoriales —como departamentos y municipios— tiene implicaciones directas sobre la eficiencia y eficacia del gasto público. El incremento de las transferencias, como exige el Sistema General de Participaciones (SGP), solo tendrá impacto social positivo si viene acompañado de mecanismos claros de coordinación, para evitar solapamientos, duplicidad de funciones o recursos subutilizados.

Según informes del Banco Mundial y de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, una deficiente definición de competencias puede resultar en falta de claridad sobre quién tiene la responsabilidad de financiar o ejecutar ciertos servicios, lo que dificulta la supervisión y evaluación de resultados. Por esta razón, leyes complementarias como la Ley de Competencias son fundamentales para lograr que los mayores recursos se traduzcan en mejores servicios y bienestar efectivo para la población.

* Pulzo.com se escribe con Z

Lee todas las noticias de economía hoy aquí.