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La ciudad de Bogotá ha reafirmado su compromiso con la niñez y la adolescencia, especialmente en contextos afectados por la violencia, impulsando iniciativas centradas en la música como medio para edificar comunidades más justas y pacíficas. Los Centros Filarmónicos para la Paz, una propuesta trabajada en conjunto por la Secretaría Distrital de Integración Social (SDIS), la Orquesta Filarmónica de Bogotá (OFB) y la Oficina Consejería Distrital de Paz, Víctimas y Reconciliación, han multiplicado su presencia en la ciudad gracias a la apertura de nuevas sedes en las localidades de Bosa, Kennedy, Suba y Usme, que se suman al centro preexistente en Ciudad Bolívar. Estos espacios buscan brindar protección y bienestar a niñas, niños y adolescentes entre los 6 y 17 años, llevándoles opciones de formación gratuita en iniciación musical, percusión, canto coral y lenguaje musical, bajo la orientación de artistas formadores y con respaldo pedagógico y psicosocial, según información de Bogotá, mi Ciudad, mi Casa.
El propósito tras estos centros no solo se limita al desarrollo artístico, sino que apunta a una atención integral. Roberto Angulo, secretario Distrital de Integración Social, subrayó que el servicio de Centro AMAR, donde convergen actividades pedagógicas y artísticas en jornada contraria a la escolar, ahora alcanza a 550 participantes en las recién inauguradas sedes, partiendo apenas de 70 asistentes previamente. Angulo resaltó que esta estrategia no solo desarrolla habilidades en el ámbito musical, sino que además conecta a las y los menores con la sociedad y su entorno comunitario.
Este programa, “Vamos a la Filarmónica”, está especialmente enfocado en quienes han sido víctimas del conflicto armado y residen en Bogotá. La apuesta es clara: reconstruir el tejido social, propiciar la convivencia y fomentar la reconciliación desde la música y el arte. El ejemplo del Centro Filarmónico para la Paz de Ciudad Bolívar, que desde hace un año beneficia a cerca de 60 jóvenes, evidencia cómo el acceso a instrumentos y formación puede transformar trayectorias personales y colectivas afectadas por la violencia, favoreciendo la construcción de historias alternativas para la ciudad.
Las voces de quienes participan dan testimonio del impacto de esta iniciativa. Liz Mosquera, de ocho años, expresó su entusiasmo por aprender a tocar instrumentos y animó a otros a sumarse, reflejando el efecto motivador y multiplicador de estos espacios. Por su parte, David García, director de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, afirmó que cada vez que un niño toma un instrumento, se comienza a forjar una narrativa distinta para la capital, posicionando la música como un agente de transformación social. Asimismo, Isabelita Mercado, consejera de Paz, Víctimas y Reconciliación, calificó los centros como resultado de una gran alianza para fortalecer habilidades socioemocionales y afianzar lazos vecinales.
El impacto esperado es significativo: más de 400 vidas, incluyendo 129 menores víctimas del conflicto, serán beneficiadas, cumpliendo con la meta de construir una ciudad más inclusiva y de puertas abiertas, en la que el arraigo y el reconocimiento mutuo se conviertan en bases sólidas para la paz.
¿Cuáles son los beneficios sociales de la formación musical para víctimas de conflicto armado?
Esta pregunta surge ante la relevancia que tienen los Centros Filarmónicos para la Paz y su enfoque en niñas, niños y adolescentes que han padecido los efectos del conflicto armado. Comprender los impactos específicos de la formación musical en estos contextos permite dimensionar el alcance de estas políticas públicas y profundizar en su capacidad de sanar heridas individuales y colectivas.
La formación musical en este marco no solo contribuye a desarrollar habilidades artísticas, sino que interviene directamente en factores de inclusión, autoestima, fortalecimiento del tejido social y generación de espacios seguros que promuevan la reconciliación. Este abordaje integral es clave para transformar las vivencias negativas en oportunidades de crecimiento y paz.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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