Es común preguntarse por qué no se recuerdan los primeros años de la vida. A este fenómeno se le conoce como amnesia infantil, y es un tema que ha intrigado a la ciencia durante décadas. Aunque no existe una respuesta única y definitiva, las investigaciones más recientes apuntan a que no es un problema de ‘olvido’, sino que está ligado a la forma en que el cerebro se desarrolla. Durante la primera infancia, el cerebro es una máquina en construcción que prioriza otras tareas, lo que hace que los recuerdos autobiográficos no se fijen de la misma manera que en la edad adulta.

Una de las principales teorías se centra en el hipocampo, una región cerebral fundamental para crear y almacenar recuerdos a largo plazo. En los bebés, esta área está en pleno desarrollo y experimenta un proceso de creación de nuevas neuronas a un ritmo altísimo, un fenómeno llamado neurogénesis. Si bien este crecimiento es esencial para el aprendizaje y la adaptación, también podría estar relacionado con la eliminación de las memorias tempranas. Es como si la rápida construcción de nuevas carreteras cerebrales borrara las antiguas, impidiendo que esos primeros recuerdos permanezcan en la memoria consciente, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Yale.
Otro factor crucial que explica por qué no se recuerda la infancia es el lenguaje. Antes de aprender a hablar y a estructurar los pensamientos, es muy difícil que se puedan codificar las experiencias de una forma narrativa. La memoria autobiográfica, que permite recordar eventos específicos con un contexto de tiempo y lugar, está fuertemente ligada a la capacidad para contar una historia. A medida que el lenguaje se va desarrollando, los niños comienzan a organizar y consolidar sus recuerdos de una forma más similar a la de los adultos, lo que marca el fin de la amnesia infantil y el inicio de la capacidad para construir una narrativa personal.
¿Es posible tener recuerdos de cuando era bebé?
Para muchas personas, la idea de recordar sus primeros años de vida es fascinante. Quienes afirman tener recuerdos de cuando eran bebés a menudo describen escenas vívidas, como el color de una cuna o un sonido familiar. Sin embargo, la ciencia tiene una respuesta clara y, para algunos, decepcionante: es muy poco probable que sean recuerdos reales. Este fenómeno se conoce como amnesia infantil, un misterio que ha intrigado a los neurocientíficos por décadas. Se cree que la incapacidad para retener recuerdos antes de los 3 o 4 años se debe a que el hipocampo, la región del cerebro esencial para la formación de memorias a largo plazo, aún no está completamente maduro.
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Lo más probable es que sean recuerdos construidos. Estas memorias no provienen de la experiencia directa, sino que se forman a partir de narrativas que se han escuchado una y otra vez de los padres y familiares, a partir de fotografías, videos o incluso de fragmentos de sensaciones que se interpretan con el tiempo. El cerebro, en su increíble capacidad para llenar los vacíos, toma estas piezas de información y las organiza en una narrativa coherente que da la sensación de una memoria auténtica.
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