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El Teatro Los Fundadores de Manizales se ha consolidado como un espacio emblemático para la convergencia del arte y la transformación social. En esta ocasión, la presentación de Pinocho, un niño de verdad marca un hito tras diez años de trabajo colaborativo entre la sala Actores en Escena y la Fundación Niños de los Andes. El montaje, que involucra a 50 artistas entre actores profesionales, músicos y niños en formación, refleja la vocación de estas instituciones por fortalecer derechos culturales y sociales en un contexto de exclusión y restricciones de acceso a la expresión artística.
Según Leonardo Arias, director y fundador de Actores en Escena, la iniciativa trasciende el ámbito del espectáculo para erigirse como un programa de desarrollo integral con niños y adolescentes de la región, que encuentran en el teatro una herramienta para la restitución de derechos y el fortalecimiento de procesos comunitarios. Desde 2012, cada producción anual se ha convertido en un acontecimiento formativo y de sensibilización social, interrumpido únicamente por la pandemia y reanudado luego con renovada fortaleza, según lo mencionado en el artículo original.
La reinterpretación de la célebre novela de Carlo Collodi por parte de Arias imprime a la obra una mirada contemporánea cargada de simbolismo ecológico y social. En el montaje, Pepe Grillo trasciende su papel y convoca al espectador a la reflexión, mientras el hada se reconfigura como la Madre Tierra, representando la infancia como un valor esencial que merece protección y reconocimiento. Este enfoque conecta con corrientes de educación ambiental y derechos de la niñez, situando al espectáculo dentro del teatro comprometido con problemáticas universales y actuales.
El público destinatario de Pinocho, un niño de verdad es dual. Aunque la obra está dirigida a niños a partir de ocho años que puedan comprender sus dimensiones complejas, es sobre todo una invitación a los adultos para acceder a las múltiples capas de sentido y crítica social que subyacen en el texto, implantando el teatro como ámbito de reflexión y conciencia.




De acuerdo con un informe del Ministerio de Cultura de Colombia, los proyectos artísticos orientados a la infancia y adolescencia propician no solo el desarrollo de competencias expresivas, sino también la inclusión y el fortalecimiento de lazos comunitarios. La experiencia manizaleña ejemplifica este tipo de alianzas, en las que el trabajo comunitario y artístico repercute positivamente en contextos vulnerables, tal como lo han destacado estudios de Unicef sobre el impacto de las artes en la resiliencia infantojuvenil en América Latina.
La música en vivo, a cargo de ocho músicos junto a un coro infantil y un equipo escénico profesional, convierte el evento en una vivencia sensorial e inclusiva. De hecho, expertos de la American Psychological Association sostienen que estos procesos contribuyen al desarrollo cognitivo, emocional y social, tanto de quienes participan como de quienes asisten al espectáculo.
El próximo martes la presentación será un acto de solidaridad: su recaudación está destinada a sostener la continuidad de esta experiencia formativa, reafirmando la función del arte como motor sostenible de inclusión y desarrollo. Este proyecto evidencia que en los territorios se pueden concebir montajes de calidad y profundidad, donde la escena artística dialoga con la conciencia social y los derechos humanos, renovando el significado del teatro como construcción colectiva de ciudadanía y cultura.
¿Por qué es importante el trabajo colaborativo entre instituciones culturales y sociales en proyectos artísticos? La relevancia de la colaboración institucional radica en la capacidad de integrar recursos, conocimientos y experiencias en torno a objetivos comunes. En el caso de Pinocho, un niño de verdad, la unión entre Actores en Escena y la Fundación Niños de los Andes ha permitido ampliar el espectro de beneficiarios e incrementar el impacto social del proyecto. La coordinación entre entidades culturales y sociales potencia la formación artística, la inclusión y el fortalecimiento del tejido comunitario, lo que resulta esencial en contextos donde la marginación limita las oportunidades de la infancia y la adolescencia.
Esta pregunta surge de la constatación, avalada por fuentes como el Ministerio de Cultura de Colombia, de que el trabajo mancomunado contribuye de manera concreta al desarrollo integral, no solo en habilidades artísticas sino también en ámbitos sociales y emocionales. Los proyectos colaborativos amplifican el alcance y la sostenibilidad de las iniciativas, generando efectos positivos a largo plazo.
¿En qué consiste la educación ambiental en montajes teatrales como este? La educación ambiental en el contexto de Pinocho, un niño de verdad se manifiesta a través de la resignificación de personajes y mensajes orientados a sensibilizar sobre la protección de la naturaleza y el valor de la infancia. En la propuesta de Arias, el hada como Madre Tierra refuerza la necesidad de equilibrio ecológico y de reconocimiento a la niñez en tanto patrimonio fundamental de la sociedad.
La pregunta es pertinente porque, según se refleja en la obra, el arte cumple una función de concienciación y de formación, introduciendo elementos de reflexión ambiental que dialogan con el público y promueven actitudes responsables en torno al entorno y los demás. Así, el teatro actúa como vehículo pedagógico y cultural que facilita la comprensión de temas complejos desde una perspectiva sensible y transformadora.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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