Escrito por:  Redacción Bienestar
Nov 2, 2025 - 11:55 am

Hay hábitos muy evidentes que matan de a poco y uno de ellos, a pesar de que muchos lo vean como algo inocente, esconde una preocupante situación que merece una atención especial.

En la noche, cuando el resto de la casa duerme, miles de colombianos se levantan de sus camas con un hambre incontrolable. No es un antojo ocasional ni un bocado esporádico. Se trata de un patrón que se repite a diario, consumiendo entre el 25 % y el 50 % de sus calorías diarias después de la cena.

Lo que muchos desconocen es que están padeciendo el trastorno del comedor nocturno, una condición médica que va mucho más allá de la simple gula y que está cobrando factura en la salud metabólica y mental de quienes lo sufren.

¿Cómo es el trastorno del comedor nocturno?

La psiquiatra Laura Villamil advirtió que este trastorno de la conducta alimentaria en la noche es particularmente engañoso porque quienes lo padecen suelen recordar perfectamente sus episodios nocturnos de alimentación, a diferencia de otros trastornos donde la persona come de manera inconsciente.

Lee También

“Las personas con este síndrome se despiertan durante la noche para comer y tienen dificultad para conciliar el sueño. Este comportamiento puede provocar aumento de peso, problemas metabólicos como diabetes, y está relacionado con alteraciones en el ciclo de sueño y patrones neuroendocrinos”, explicó la especialista.

El perfil de las víctimas de este trastorno es particular. Según datos de estudios clínicos citados por Villamil, el 66 % de los casos diagnosticados corresponden a mujeres. Esta diferencia no es casualidad. La mayor presión estética, la propensión a seguir dietas restrictivas y los factores hormonales propios del género femenino aumentan significativamente la vulnerabilidad a desarrollar este desorden alimentario.

Pero hay más grupos en riesgo. Personas con altos niveles de estrés crónico y ansiedad, quienes sufren trastornos del sueño, individuos con obesidad y sobrepeso, y aquellos que practican ayunos intermitentes prolongados o dietas irregulares. Incluso existe un componente genético que hace que la prevalencia sea mayor entre familiares de personas con el trastorno.

Lo preocupante es que muchos confunden este síndrome con simples antojos nocturnos o falta de fuerza de voluntad. Villamil es clara al establecer las señales de alarma que deberían llevar a cualquier persona a buscar ayuda profesional, por ejemplo: consumir al menos una cuarta parte de las calorías diarias después de la última comida del día, despertares nocturnos con ingesta de alimentos, insomnio persistente, falta de apetito al despertar con retraso en la primera comida del día, y el recuerdo consciente de estos episodios.

¿Cómo identificar un diagnóstico de trastorno del comedor nocturno?

Para considerarse un diagnóstico formal, esta conducta debe mantenerse por al menos tres meses y no estar asociada a otros trastornos como bulimia nerviosa o síndrome de atracones.

En personas con síndrome del comedor nocturno, esta alteración agrava la tendencia a permanecer despiertas más tiempo y a comer durante la noche. El cerebro percibe que aún es de día, interfiriendo con el ritmo biológico del hambre y la saciedad, creando un círculo vicioso entre insomnio y alimentación nocturna.

El culpable es una alteración profunda en el ritmo circadiano de hormonas clave. La melatonina, encargada de regular el sueño, retrasa su secreción. El cortisol, la hormona del estrés, se mantiene elevado durante la noche promoviendo la acumulación de grasa abdominal. Y la leptina y grelina, reguladoras del apetito, se desincronizan generando una sensación persistente de hambre y menor saciedad durante las horas nocturnas.

“Estos cambios metabólicos alteran la regulación del apetito, favorecen el aumento del tejido adiposo y dificultan la pérdida de peso a largo plazo”, subrayó Villamil.

En la era digital, hay un factor adicional que está empeorando el problema y son las pantallas. La psiquiatra confirmó que existe una relación directa entre el trastorno de comedor nocturno y el uso prolongado de dispositivos electrónicos antes de dormir. Los móviles, tabletas, televisores y computadoras emiten luz azul que suprime la producción de melatonina, provocando dificultad para conciliar el sueño y menor calidad del descanso.

¿Qué consecuencias tiene el trastorno del comedor nocturno?

Las consecuencias del trastorno del comedor nocturno van mucho más allá de unos kilos de más. Villamil detalló cómo desencadena una cascada de efectos metabólicos devastadores debido a la desincronización entre el ciclo biológico del sueño y la ingesta de alimentos.

Las personas con este síndrome presentan una disminución de la sensibilidad a la insulina y una mayor resistencia glucémica, lo que incrementa dramáticamente el riesgo de diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.

A nivel físico, el panorama no es menos alarmante. El síndrome se asocia con aumento de peso y obesidad visceral, fatiga diurna y somnolencia por la mala calidad del sueño, problemas digestivos como reflujo gastroesofágico, mayor riesgo cardiovascular vinculado a niveles elevados de colesterol y triglicéridos, y un desajuste del reloj biológico que contribuye al envejecimiento metabólico prematuro.

La buena noticia es que el tratamiento existe y puede ser efectivo. Villamil enfatizó que el abordaje debe ser multidisciplinario, combinando intervenciones psicológicas, nutricionales, médicas y conductuales para restaurar el equilibrio en los ritmos circadianos, reducir la ansiedad y mejorar los hábitos de sueño y alimentación.

“Si el paciente logra ser adherente al tratamiento, con seguridad logrará reducir las ingestas de comida y mejorar los efectos físicos y metabólicos”, aseguró la especialista. Agregó: “hay que abrir la mente y comprender que es una patología que no solo se trata desde el punto nutricional o psicológico porque su causa a veces se encuentra más allá de tener una gran fuerza de voluntad”.

Para las familias que sospechan que un ser querido padece este trastorno, el consejo profesional es contundente: asistir a consulta médica cuanto antes.

* Pulzo.com se escribe con Z

LO ÚLTIMO