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Este artículo fue curado por Santiago Buenaventura   Nov 13, 2024 - 11:21 am
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Un verdadero milagro, de esos que nos dejan sin aliento, ocurrió en las calles de Cúcuta. En el Parque Lineal, centro de la capital de Norte de Santander, un trabajador humilde encontró a su mamá. La había buscado desde hace cerca de 20 años y, por una casualidad, descubrió que era la habitante de calle a la que tantas veces había visto en un rincón de ese lugar, encorvada, con una gran melena, cubierta de botellas plásticas y con un palo como única compañía.

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Doña María Pacheco y su hijo Andrés Leonardo perdieron contacto cuando él tenía 12 años, después de que la señora se separó del esposo. El niño se quedó con su padre, mientras que su hermano mayor se fue con la mamá. “Mi papá me llevó para Venezuela. Volví a Cúcuta hace como 5 años y empecé a buscarla por todos lados, donde antes vivíamos. La preguntaba y me decían que no, que no la habían vuelto a ver. Otros me decían que la habían visto por ahí, en la calle. Buscaba y buscaba, pero no la encontraba”.

Aunque Andrés Leonardo alcanzó a contemplar la triste posibilidad de que su progenitora hubiera fallecido, algo en el fondo del corazón le indicaba que no era así, que en algún lado lo estaba esperando con los brazos abiertos. “A veces llegué a pensar que ella ya estaba muerta, pero luego me llenaba de esperanzas porque me decían que la habían visto”.

Y no se equivocaba. Este martes, 12 de noviembre de 2024, Andrés Leonardo pudo reencontrarse con la mujer que le dio la vida. Era la abuelita que él observaba de forma constante en el parque. Sí, era la habitante de calle que tuvo tan cerca y, a la vez, tan lejos. Todo sucedió, literalmente, por una coincidencia.

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Así fue el reencuentro de habitante de calle con su hijo

“Yo la veía, pero no me imaginaba que era mi madre. Cuando a mí me piden monedas, yo trato de ayudar. Y ayer un habitante de calle que iba pasando por el parque me pidió unos cigarros. Yo se los di y después él me dijo, como molestando: ‘Ustedes se parecen’. El muchacho se fue y a mí me quedó eso en la cabeza, como por qué dijo que nos parecíamos. Y me acerqué, la vi bien, me senté y empecé a preguntarle. Supe en ese instante que ella es mi mamá“, contó Andrés Leonardo en entrevista con Noticias Caracol en vivo.

Fue un momento muy conmovedor. La espera para ellos, que parecía eterna, había terminado. Muchos afirman que el cordón umbilical que une a una mamá con sus hijos jamás se rompe y esa es una realidad, pues ahí estaban los dos, otra vez unidos. “Nos dimos cuenta a medida que nos íbamos preguntando cosas. Me quedé mirándola y le dije: ‘Hola, ¿cómo estás?’. Y le di dos mil pesos que tenía. Ella los agarró y me dijo: ‘Gracias’. Y sentí como que había algo, y me quedé viéndola y empecé a preguntarle y me enteré de que era mi mamá. Me puse a llorar. Me contenté y luego me puse triste al ver cómo estaba. Eran unas emociones muy fuertes”.

Doña María también rompió en llanto. “Lloraba, pero casi no hablaba por la situación tan dura. Me comentó que le dolía el cuello. Le dije: ‘Es que tiene mucho peso’… tenía unas cosas ahí, colgadas (botellas y cabuyas). La revisé y le noté una raja en el cuello por el peso. Yo le dije: ‘Hay que quitarse todo eso’. Me dijo: ‘No’. No quería al principio, pero después me fui ganando la confianza, poco a poco, hasta que cedió”, subrayó Andrés Leonardo.

Un lunar les confirmó que eran madre e hijo

Fue una marca de nacimiento, que ambos comparten, la que acabó por convencerlos de que se habían reencontrado luego de dos décadas. “Ella me miró bien la cara y me dijo: ‘Sí, tú eres mi hijo porque tienes el mismo lunar. Ella lo tiene en la barbilla, debajo de la boca, y yo en la sien. Ella se puso a llorar y me hizo llorar”.

Andrés Leonardo Pacheco se comunicó con su esposa para que fuera al Parque Lineal y le solicitó que llevara a su hijo chiquito. Aquí vino otra prueba, irrefutable, del parentesco. Es que la sangre jala, asegurarían algunos. “Le llevé a mi hijo de cuatro meses. Llamé a mi esposa y llegaron al ratico. Ella apenas vio al nieto dijo: ‘Igualito a Jairo cuando estaba pequeño’. Jairo es mi hermano mayor”. Sobre este hijo, se sabe que vivió con doña María y ahora reside en la ciudad de Medellín. Confían en que pronto se entere de la buena nueva.

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Doña María no había olvidado el nombre de su hijo

La habitante de calle también recordó el nombre de Andrés, sabía perfectamente que así se llamaba su segundo hijo. “Pese a todo, no está tan mal”, reflexionó él. La señora fue trasladada a un hospital de Cúcuta, donde la examinaron y bañaron. Ya con el rostro limpio y el estómago lleno, expresó sentirse feliz y más tranquila.

En una charla inicial con Noticias Caracol, doña María contó por qué se convirtió en habitante de calle. “Se incendió el ranchito donde vivía”, esa fue su explicación. “Ahora estoy bien, está tranquilo mi corazón”, acotó y, al lado de su hijo, de quien recuerda era “muy inquieto” cuando niño, sentenció: “Si Dios quiere, me quedo con él”.

Anoche durmieron juntos, como intentando recuperar el tiempo que el destino les robó. “Me la traje para la casita y aquí estoy con ella. Estoy muy contento y ella también está muy contenta”, concluyó Andrés Leonardo.

Gracias al apoyo de la Policía Comunitaria de Cúcuta y a María Elena Hernández, directora de la Fundación Banquete del Bronx en esa ciudad, doña María tuvo una gran cena y este miércoles la llevarán a una peluquería. El propósito es acompañarla, a ella y a su familia, en esta reconstrucción de lazos.

María Elena sí que sabe de eso, de amar sin condiciones. Ella misma ha sufrido, en carne propia, una desgracia similar. Su hijo, Brayan, también fue habitante de calle. Haciendo clic en este enlace, puede conocer su historia.

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