Por: LA CRONICA DEL QUINDIO

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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 22, 2025 - 9:49 am
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Ana María Gómez Londoño, originaria del Quindío, se encuentra en el umbral de obtener su título de doctora en física experimental, orientada específicamente a las mediciones de fragmentos de fisión nuclear. Este campo, considerado uno de los pilares de la física contemporánea, requiere enorme rigor y pasión por las ciencias exactas y el conocimiento de los fenómenos que no son visibles a simple vista. Según información de Crónica del Quindío, la trayectoria de Ana María ha estado marcada tanto por su sensibilidad artística como por su capacidad analítica. Esta dualidad ha potenciado su desempeño en universos aparentemente opuestos: el arte y la investigación científica avanzada.

El trabajo que adelanta Ana María constituye un aporte sustancial a proyectos internacionales dedicados a comprender, con altísima precisión, los mecanismos a través de los cuales los núcleos atómicos se fragmentan durante la fisión. Este conocimiento resulta fundamental para el diseño de reactores nucleares de cuarta generación, tecnología que tiene el potencial de minimizar hasta en un 99% la cantidad de desechos radiactivos y contribuir significativamente a la seguridad energética global, de acuerdo con los detalles recogidos en la entrevista publicada en Crónica del Quindío. Con su formación en Física por la Universidad del Quindío, una maestría en la Universidad Nacional de Colombia, y la culminación de un doctorado binacional en Suecia y Bélgica, Ana María participa activamente en ensayos experimentales que buscan mejorar la comprensión de los procesos nucleares.

Su investigación se centra en medir las masas de los fragmentos de fisión nuclear y en corregir las distorsiones en las mediciones causadas por fenómenos físicos complejos, un avance esencial para que la ingeniería nuclear futura sea más segura y limpia. El carácter experimental del trabajo de Ana María se ve reflejado en su colaboración con ‘Verdi’, uno de los cuatro dispositivos experimentales más sofisticados del mundo dedicados a la medición de masas nucleares; los otros se encuentran en Estados Unidos, China y distintas partes de Europa. La labor de Ana María en el Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Uppsala, Suecia, ha sido reconocida internacionalmente, logrando incluso figurar en portadas de revistas científicas de prestigio.

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Durante el avance de su doctorado, Ana María enfrentó el reto de resolver un problema experimental relacionado con el efecto de plasma dentro de los detectores, ocasionado por la alta carga eléctrica de los fragmentos de fisión. Su aporte consistió en desarrollar un modelo matemático capaz de corregir esas distorsiones, permitiendo así recuperar la energía real de los fragmentos y generar datos más precisos. Esta contribución resulta crucial para validar los modelos propuestos en la física nuclear y abre nuevas puertas dentro del desarrollo de reactores nucleares de nueva generación.

En lo personal, la música sigue siendo para Ana María un pilar que le permite equilibrarse en un entorno científico dominado mayoritariamente por hombres. Participar en encuentros musicales con otros latinoamericanos en Suecia ha sido, para ella, un refugio y un espacio de sanación que convive con su rigor científico. Aunque sueña con retornar a Colombia y aportar su conocimiento, es consciente de los desafíos que implica la falta de inversión y apoyo estatal a la ciencia en su país de origen.

¿Por qué se considera clave la reducción de los desechos radiactivos en los nuevos reactores nucleares?

La gestión de residuos radiactivos siempre ha representado uno de los mayores retos en la producción de energía nuclear. Estos materiales, altamente tóxicos y de larga vida, exigen costosos sistemas de almacenamiento y seguridad tanto en el corto como en el largo plazo. Cualquier avance que permita disminuir el volumen o la peligrosidad de estos residuos tiene un impacto directo en la viabilidad ambiental y social de la energía nuclear.

Los reactores de cuarta generación buscan, precisamente, transformar los desechos de iteraciones anteriores en fuentes útiles de energía, algo que podría revolucionar el sector. En este contexto, investigaciones como las de Ana María Gómez Londoño cobran valor estratégico, pues aportan los datos experimentales necesarios para desarrollar modelos efectivos que aseguren una gestión más segura y sostenible del residuo nuclear a escala global.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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