Porque son imposibles de creer, o porque cuando usted está en el asunto se da cuenta de que nadie lo está contando.  

El lunes mi esposa se sentó a almorzar unas lentejas y le preguntó a la señora que nos colabora en la casa y con los niños, por qué les había echado tanto comino. Toda la comida le sabía a comino. A la mañana siguiente, tenía dolor de garganta. Le dieron al desayuno un changüita con pan y huevo. Tampoco le supo a nada. Qué raro, pensé.

El miércoles, luego de bañarse, se echó perfume y no sintió aroma alguno. Cogió todos los tarros que encontró para oler uno por uno y no percibía nada. Probó el café y estaba sin  sabor. Se paró y le puso una cucharada más, pero nada cambió. Según ella, era como tomar agua caliente. Acostumbrada a tomar el café sin azúcar, le puso un poco para sentir al menos el sabor del dulce.

Unas horas más tarde, su nariz se congestionó. Su color cambió por uno de lividez. Su tranquilidad se acabó.  Asustada, llamó a la EPS. La encuesta es igual para todos. Mientras la persona no tenga fiebre, se le informa que por ahora lo mejor es que se quede aislada del resto de los miembros de la familia y que si llega a sentirse mal, asista a uno de los centros COVID donde el personal de salud decidirá si le practican la prueba o no. La cita médica virtual quedó asignada para 17 días después de la novedad, día en el que con el favor de Dios, ya debe estar aliviada.

La verdad es que asistir a un lugar donde todos los pacientes tienen sospecha de COVID, es como pegarse un tiro en el pie. La prueba independiente vale 350 mil pesos y la entregan 10 días después. Me tocaban 6 pruebas. No fue mi opción.

¡Mierda!

Uno ve las noticias donde nos cuentan sobre la vulnerabilidad del sistema de salud, pero nunca se imagina que se le va a pegar el COVID y que hasta se puede morir.

Mi esposa y yo hemos tratado de ser lo más cerebrales posible. Ella avisó en su oficina sobre la situación y le dijeron que la experiencia les indica que una persona que tiene esos tres síntomas es fijo un paciente con COVID.

Y esas mismas cifras, a pesar de aterradoras e increíbles, para los enfermos terminan siendo alentadoras, pensando en que son más los que se sanan. Cuando siente el mal en casa usted quiere estar en ese grupo mayoritario, y no en los que pierden la batalla. Pero el miedo a un desenlace diferente es tan mortificante como el malestar.

Y empieza la mente a preguntarse:  Pero, ¿cómo carajo se contagió?  ¿A mí cuando me va a dar? ¿Y a los niños? ¿Y la mamá de ella y la mía? ¿Y la nana? 

Si no es el COVID el mayor tormento, sí lo es la suma de estas preguntas sin respuesta que vuelven loco a cualquiera antes de que el virus también lo tumbe.

Desde que esta hecatombe empezó, no paramos de desinfectar todo. Nos preparamos para que no nos diera. Galones de alcohol, aislamiento, vitaminas, el ejercicio quedó reducido solo a la bicicleta de spinning. Los domicilios se limpian en la portería con alcohol y de nuevo antes de entrar a la casa. Lo mismo hacemos con el mercado. Las verduras las lavamos con una mezcla de agua e hipoclorito. Los artículos se limpian uno a uno con alcohol y una toalla desechable.

Este viernes 14 de agosto cumplimos 157 días de aislamiento y restringimos las salidas solo para lo estrictamente necesario. Sin visitas, amigos o paseos. 

Hace unos meses hablamos de 250 mil muertos en el mundo por COVID. El mismo número que falleció víctima de las bombas nucleares. La humanidad se aproxima al millón de muertos por esta causa. Pero nunca se sabrá con exactitud la cifra de personas contagiadas.

Como dicen en todos esos videos, la verdad es que, a todos, como la gripe, nos va a terminar dando.

Aunque nadie quiere morirse ahogado y con falla multisistémica. Somos personas llenas de sueños, proyectos, amor por dar y recibir y con esperanza de que esto cambie para bien.

A estas alturas del partido, me molesta mucho la gente que sale a trotar con el tapabocas de bufanda o no se cuida. Con los que insisten en que esto es un ‘atrapa bobos’ y salen por el mundo retando al destino a que los sorprenda. Poniendo en peligro a los demás.

Algunos hablan de que los niños van a volver al colegio este año. ¡Por favor! No pueden controlar una plaga de piojos, mucho menos el COVID en los colegios.

Ahora pienso que el tema está en la conciencia. Ser conscientes no es muy dado al colombiano promedio. Básicamente, porque somos un país de gente poco solidaria salvo en las tragedias, cuando no queda otra que llorar al muerto o cuando la desgracia toca la puerta. En ese momento vienen los golpes de pecho, los arrepentimientos. Ya para qué.

Somos sumamente egoístas y tramposos, por eso los altísimos niveles de corrupción. El mundo está en crisis, pero el país se debate por la suerte de Álvaro Uribe y sus mil peleas con los mismos que tanto daño han hecho. En esto buenos no hay.  Un debate circular sobre un solo colombiano que ya hizo todo lo que un hombre común podría desear hacer.

Esto que le está pasando a la humanidad es aterrador. No menos lo que ocurre en mi hogar. No puedo negar que tengo miedo. Y pido al cielo que pase pronto.  A mi hijo mayor el COVID también lo pescó en los Estados Unidos y ya lo superó.

En eventos como estos llenos de tanto dolor, incertidumbre, impotencia y rabia, solo nos queda acogernos a la voluntad de Dios porque a pesar de ser intangible, es en lo único que puedo confiar.

NOTA: Si usted tiene alguno de estos síntomas, haga un aislamiento inteligente. Permanezca aislado, en lo posible, del resto de miembros de su familia y use un baño de manera exclusiva, si puede. Pida que le sirvan en vajilla desechable o que tengan una exclusiva para su uso. Si su hogar es muy pequeño, permanezca con tapabocas todo el tiempo, lave las manos con frecuencia y desinfecte con alcohol todo lo que usted toca.

  • Si presenta dificultad respiratoria, sin importar su sistema de salud, vaya a la clínica más cercana de su hogar.
  • Dolor de cabeza, dolor de garganta, malestar general, pérdida de olfato (anosmia), pérdida de gusto, fiebre, dolor muscular, tos, pérdida de apetito, ronquera, diarrea, falta de aliento, confusión.

Todas mis columnas de la Pandemia puede verlas en los siguientes links. 

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.