Aquellos imponentes troncos de hasta 70 metros que emergen entre las montañas y que adornan su pico con hojas verdes y grisáceas, están ante lo que podría ser un trágico desenlace. La palma de cera, distinguida como árbol nacional mediante la Ley 61 de 1985, podría convertirse en un recuerdo que alguna vez adornó los paisajes del Quindío, en el Eje Cafetero.

Entre los potreros del Valle de Cocora se reclama por un salvavidas que permita rescatar el corazón de la región, donde en todas las épocas arriban curiosos para admirar su belleza. Rodrigo Bernal, investigador botánico, fue directo con lo que le aguarda a la palma de cera basado en diversas observaciones practicadas en los últimos 25 años.

“Para 2050, o sea, dentro de 28 años, todas las palmas que hay en la zona donde llegan los turistas se habrán muerto, no quedará nada”, declaró en entrevista con Pulzo.

(Vea también: Alerta por muerte de palmas de cera: ¿Quiénes son los responsables?)

Conocer esta especie tradicional ha sido una parada obligatoria para los turistas colombianos y extranjeros. Tan solo en Semana Santa, Salento, uno de los municipios más concurridos para apreciar los pintorescos paisajes, recibió cerca de 25.000 visitantes, una locura para un territorio que apenas supera los 7.100 habitantes.

“No hay capacidad para recibirlos, no hay manera”, remarcó Jaime Arias, líder ambiental de la zona. Y la impotencia es tan grande que el consuelo es recibir la menor cantidad de personas posible: “Esto puede ser caótico, pero lo que hago es decirle a la gente que no venga a Salento”.

A su vez, Jorge Mario Bedoya, licenciado en biología y educación ambiental, comentó que esta zona fue deforestada, convertida en potreros y ampliada al turismo, generando que las palmas bebés mueran quemadas por el sol o consumidas por el ganado

Foto: Pulzo
Foto: Pulzo

La palma de cera y los ‘muertos vivientes’ del Valle de Cocora

La protección de la palma de cera y del valle en general no están garantizadas, y ello, en gran parte, se debe a la falta de planeación de las autoridades. No existen controles urbanos en el sector que permitan aliviar el flujo de visitantes para preservar los ecosistemas.

Desde hace 10 ó 12 años se vienen incrementando los restaurantes. Después de que teníamos uno o dos pasamos a tener 18″, relató José Manuel Cortés, director de la Corporación Autónoma Regional del Quindío (CRQ).

¿Muertos vivientes? Ese es el término que ha empleado para intentar definir lo que es hoy el Valle de Cocora. Las palmas que admiran los turistas crecieron durante años, envejecieron, pero no dejan descendencia. Cuando la especie se muere, no crece otra en el corto y mediano plazo. El biólogo y profesional ambiental de la Alcaldía de Salento, Johan Carvajal, lo cataloga como “el geriátrico de las palmas”, precisamente, por la elevada edad de las especies.

Foto: Pulzo
Foto: Pulzo

El reto está sobre la mesa, pero será una etapa de largo aliento: estas palmas tienen un crecimiento muy lento. Los estudios confirman que pueden tardar hasta 57 años para producir el tallo, y 83 para reproducirse. En contraparte, se estima que, resguardadas correctamente, tienen la capacidad de vivir entre 100 y 200 años.

“Hay que sembrar palmas grandes que reemplacen a las que están en los potreros, palmas que tengan hojas de uno y 1,5 metros de longitud. Había que haberlas sembrado hace 10 años cuando nosotros propusimos, había que sembrarlas hace 20 años cuando nadie propuso. Estamos en el último minuto, hay que sembrarlas ya”, precisó el investigador Bernal.

La fotografía más clara de lo que está ocurriendo en el Valle de Cocora es la caída de una de las palmas de cera sobre un vehículo particular durante la Semana Santa. Es lo que queda un bosque que alguna vez se elevó entre los Andes colombianos y que ahora, a duras penas, tiene en pie algunos de sus guerreros más fuertes.

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En Salento se debe implementar un modelo de desarrollo turístico sostenible; no obstante, poco se han visto las intervenciones pertinentes, dicen las personalidades consultadas. La CRQ, por su parte, indicó que está efectuando “autoridad ambiental” en la zona, conforme a sus competencias. “En ningún momento se desliga la competencia de las responsabilidades”, concluyó Cortés.

La voluntad de los dirigentes y el deseo de creer en un futuro mejor son la mejor medicina para intentar rescatar el encanto de las míticas palmas de cera en el Valle de Cocora. Pero su existencia se acorta por el abandono del que son víctimas muchas otras maravillas de la geografía nacional.

Fotos y video: Styvell Veloza.