Durante la semana pasada, un caso de abuso en Transmilenio estremeció a los bogotanos. A través de Instagram, Hilary Castro, una jóven de 17 años, denunció que fue violentada por Juan Pablo González mientras se encontraba dentro de una estación. 

Luego de unos cuantos días, varias protestas motivaron la investigación del caso. Como resultado, las autoridades lograron dar con el responsable y detenerlo en la URI de Puente Aranda, mientras realizaban el trámite respectivo para judicializarlo. 

Poco después de que González entró a ese centro de detención, apareció muerto en una celda. Las primeras versiones apuntan a que fue asesinado a golpes por otros detenidos, lo que devela una oscura práctica en ese lugar. 

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Cómo mataron a Juan Pablo González, presunto abusador de Hilary Castro

De acuerdo a un testimonio revelado por Semana, González fue asesinado por 6 personas, que lo tiraron al piso y le dieron golpes severos en diferentes regiones vitales de su cuerpo. 

“La orden de los llamados plumas o caciques de las celdas hacinadas de la URI era darle la bienvenida a Juan Pablo cuando el juez ordenó su detención”, reveló la revista. 

El hombre asegura que presuntamente dos custodios de la URI fueron los encargados de llevar al agresor hasta donde sus verdugos y que este habría sido asesinado en presencia de policías. También relata que González fue llevado a la celda 4 apenas llegó, cuando el proceso normal es que los detenidos pasen mínimo 4 días en la celda 8, que es la de carácter transitorio.

Juan Pablo fue agredido con severidad en las costillas y en la cabeza, presuntamente con toda la aprobación de los uniformados a cargo en la URI. “Ellos mismos autorizan los golpes una vez se hace efectiva la medida de aseguramiento de las personas que llegan por delitos sexuales”.

Medicina legal confirmó que el hombre fue asesinado, pues su cuerpo tenía múltiples heridas. Las lesiones lo destrozaron por dentro. Tenía golpes en el tórax, abdomen, cuello, cara y cabeza, que desencadenaron una hemorragia interna. 

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Las declaraciones también demostraron un problema de corrupción dentro de estos centros transitorios. “El que se porta mal lo dejan sin comida hasta cinco días, le suspenden encomiendas y salidas al baño”, aseguró la fuente de la revista, quien también relató cómo funciona el régimen de torturas dentro de las celdas. 

En esos lugares existen los denominados ‘plumas’, que son una especie de caciques que están recluidos allí y que, de la mano de los policías, conocerían la situación judicial de quienes llegarán a las celdas. Saben qué delitos cometieron y qué tan peligrosos son. Con esa información preparan su bienvenida. 

A quienes les va más mal es a quienes son acusados de delitos sexuales o de asesinatos a menores. Cuando se confirmó la muerte del presunto abusador, la amenaza fue para todos los privados de la celda. Nadie podía enterarse de cómo se aplicó la justicia por mano propia y no impartida por un juez.