Programa de investigación periodística emitido en treinta y cinco canales de televisión en el mundo. Con su slogan: historias diferentes, Testigo Directo se convierte en uno de los magazines periodísticos independientes de reconocimiento en la televisión estadounidense y colombiana, como entre los cibernautas.
En medio de las majestuosas montañas y las paradisíacas playas del departamento del Magdalena, donde los turistas disfrutan de los paisajes tambien se esconde una realidad mucho más oscura. Allí opera un grupo armado que infunde miedo entre los comerciantes, campesinos y habitantes de veredas y corregimientos: las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada de Santa Marta (ACSN).
Este grupo es comandado por una pareja sentimental conocidos por los alias de ‘Naín’ y ‘La Bebesita’, dos jóvenes de apenas 25 años que han escalado posiciones en el mundo criminal al mismo ritmo en que aumentan sus seguidores en redes sociales. En sus publicaciones, ambos posan con fusiles terciados, haciendo alarde de poder y dinero. Pero detrás de esas imágenes de ostentación se esconde una estructura violenta que impone el miedo con castigos y asesinatos.
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Según pobladores, la pareja ha impuesto sus propias “leyes” en distintos barrios y zonas rurales. Cobran extorsiones a los comerciantes, regulan el préstamo ilegal conocido como “gota a gota” y aplican su particular justicia: ladrón que de “papaya”, lo pelan; al que maltrata a su esposa o trabaja sin su permiso, lo humillan públicamente o incluso lo ejecutan.
La influencia de Naín y La Bebesita va más allá de las armas. Su fama en redes sociales, sumada a presuntos vínculos con políticos, exparamilitares y poderosos gamonales locales, los ha blindado de la justicia. Prueba de ello fue la reciente captura de ‘La Bebesita’, que pese a todo el operativo mediático, recuperó la libertad en cuestión de horas.
Mientras tanto, Naín, quien ostenta el título de gestor de paz, continúa libre, protegido por una figura legal que muchos consideran un escudo para delinquir. Así, esta pareja se ha convertido en símbolo de impunidad en el Caribe colombiano, demostrando que en algunos rincones del país, ser delincuente, influencer y amigo de los poderosos “paga cuadro”.
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