Y para eso echa mano a la complicidad de los “curitas de bolsillo” que no tienen reparo en intervenir en política para obtener réditos electorales a favor de la derecha en Colombia.

La contradicción uribista es evidente. Les gustan los sacerdotes de todas las religiones, pero cuando están de su lado, porque cuando excepcionalmente alguno los critica, entonces es un pastor extraviado y abusivo. Es más, cuando un prelado muestra preocupaciones de índole social lo descalifican sindicándolo de comunista, como el arzobispo de Cali, un defensor de la paz, maltratado por el héroe de Invercolsa, Fernando Londoño, y por varios momios o sus obsecuentes estafetas, como Mario Fernando Prado”, apunta Bejarano en El Espectador.

La columna tiene su origen en la manifestación pública que hizo el padre Ramiro Arango que lanzó fuertes señalamientos principalmente contra el expresidente Álvaro Uribe, al que le pidió “parar” los crímenes contra líderes sociales y defensores de derechos humanos.

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No obstante, Bejarano, que ha estado en contra de que los religiosos opinen sobre política o promuevan ideas y doctrinas, defiende al padre Arango por su arrojo y por eso afirma que “algo muy grave tiene que estar creciendo en el alma de los colombianos para que un sacerdote difunda un video suyo fustigando con razón a Álvaro Uribe e Iván Duque”.

Sin embargo, agrega que no cambiará su criterio “ahora que un sacerdote guadalupano rompe su silencio haciendo afirmaciones que coinciden con mi línea de pensamiento. No estaré jamás de acuerdo con que ningún religioso haga manifestaciones políticas, cualquiera sea el tono o su destinatario”.