Este martes 18 de abril se definirá muy buena parte de la suerte de la polémica reforma a la salud que impulsan el presidente Gustavo Peto y su ministra de Salud, Carolina Corcho. Empieza el debate en la Comisión Séptima de la Cámara y los partidos políticos tradicionales, fatigados por la reiterada actitud de la ministra de no incluir en el texto final sus observaciones, se reunirán por aparte para plantear su postura definitiva frente al proyecto.

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El jueves pasado, los líderes de los partidos Liberal, César Gaviria; de La U, Dilian Francisca Toro; y Conservador, Efraín Cepeda, se habían reunido con sus equipos técnicos para revisar el borrador de la reforma con los supuestos cambios que Corcho había incluido en el texto, producto de los planteamientos y reparos que esas colectividades políticas le han hecho al proyecto.

Pero encontraron que solo se había cambiado el 27 % del articulado y, lo que es peor, que los cambios no eran sustanciales, sino cosméticos. Se completaron seis reuniones para lo mismo, por lo que Gaviria y Cepeda lamentaron que la ministra solo quiera echar a andar tozudamente su proyecto. De esa postura recalcitrante se le ha señalado desde el principio.

La decisión ese día, entonces, fue que votarán en bloque de bancada este martes, en la Comisión Séptima. Pero hay un ingrediente adicional: los liberales ya tienen listo su proyecto alternativo de reforma a la salud, que presentarán este jueves en la Comisión Primera (y no en la Séptima), porque están convencidos, a diferencia de lo que piensa el Gobierno, de que este es un proyecto de reforma a un derecho fundamental (la salud) y se debe tramitar como ley estatutaria.

Esto es clave porque, para muchos expertos, el hecho de que Petro y Corcho hayan insistido en tramitar el proyecto como una ley ordinaria (por la Comisión Séptima) hará que la reforma no resista ni siquiera la revisión que le hará la Corte Constitucional.

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Para tatar de aclimatar el ambiente político, Petro le habría pedido a Corcho que considere las objeciones de los partidos. El representante David Racero, presidente de la Cámara, dijo que el mandatario ordenó “incluir, conforme los acuerdos establecidos con La U y los conservadores, las proposiciones que se han radicado”, y descartó que los desacuerdos entre la ministra y los partidos sucedan otra vez pues la orden es que se incluyan los cambios, incluso si esto significa grandes modificaciones.

El tormentoso recorrido de la reforma a la salud queda patente al considerar que, dos meses después, no ha tenido el primer debate en la cámara. Y su trámite se enrarece al verse ya en el horizonte legislativo y electoral del país.

Roy Barreas, presidente del Congreso, que ha hecho innumerables llamados para agilizar los debates de las diferentes reformas que quiere sacar adelante el Gobierno, ha advertido que la reforma a la salud debe ser aprobada en comisión el 25 de abril (es decir, dentro de una semana) porque, si no, se hundirá.

Las razones para que eso ocurra ya no obedecerían a la mecánica legislativa, sino a la política: en la próxima legislatura los congresistas estarán metidos de cabeza en las campañas políticas en sus regiones con miras a las elecciones regionales de octubre, por lo que se espera que haya dificultades para armar el quórum.

Además, senadores y representantes saben que apoyar un proyecto polémico o simplemente lesivo para el sistema de salud les pasará una cuenta de cobro política en las urnas. A esto se suma que también está a punto de estallar la crisis que hay entre el Gobierno y el Congreso, y de abrirse aún más la fractura en el mismo Pacto Histórico.

Sobre el panorama se dibujan más nubarrones pues las dificultades que viene planteando la reforma a la salud podrían tener repercusiones en las otras reformas que tiene previstas el Gobierno, como la laboral, la pensional, el Código Electoral, la ley de sometimiento de las bandas criminales, y hasta el Plan Nacional de Desarrollo.