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La transformación del cable aéreo en Manizales evidencia una recuperación institucional notable y una planificación pública eficiente. En 2023, este proyecto era percibido como una apuesta riesgosa y plagada de problemas, con dudas serias sobre su futura culminación e impacto. Sin embargo, a partir del cambio de administración en enero de 2024, la gestión asumió desafíos fundamentales: se enfrentaron fallas estructurales, se corrigió la dirección financiera y se alcanzó un avance físico del 97%, asegurando finalmente la financiación total del proyecto que ascendió a $221.579 millones, una suma que superó en 46% el cálculo inicial fijado en 2021 —el cual se había basado en estudios ya desactualizados, según fuentes documentales originales.
En sus fases iniciales, la obra sufrió por la falta de soporte real: el convenio entre el Municipio e Infimanizales carecía de un respaldo financiero sólido y de un diseño técnico confiable. Esto derivó en retrasos, sobrecostos y la necesidad de revaluar el proyecto en diversas ocasiones. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2023), tales problemáticas son frecuentes en grandes infraestructuras públicas, acentuadas por cláusulas contractuales ambiguas y la omisión de seguros ante riesgos cambiarios —particularmente cuando los pagos están pactados en moneda extranjera, como los euros en este caso. Frente a este panorama, la administración actual implementó una restructuración contractual orientada a clarificar las obligaciones y asegurar transparencia, lo cual fue clave para retomar el ritmo adecuado y cumplir con los plazos establecidos.
El reemplazo de la gerencia, sustituida la firma IDEAS MÁS por un equipo con mayor capacidad técnica, resultó determinante. Expertos de la Universidad Nacional de Colombia en Gestión de Proyectos Urbanos han advertido que robustecer la gobernanza técnica es esencial para prevenir la proliferación de los llamados “elefantes blancos”, obras públicas inconclusas que representan pérdidas severas para la región. En Manizales, la intervención oportuna permitió no solo rescatar el proyecto sino también planear su entrada en funcionamiento en septiembre de 2025, enlazando barrios diversos y fortaleciendo la movilidad urbana y la integración social, según reportes y entrevistas recogidos en fuentes originales.
En el ámbito financiero, la administración reciente desembolsó el 82% del presupuesto real, evidenciando la alineación entre inversión y avance físico, contrario a la disparidad anterior: a cierre de 2023 el avance físico era apenas del 18% y la inversión reportada superaba el 67%. Esta corrección permite que el ritmo de construcción esté hoy en plena sintonía con los recursos asignados. Las estaciones estratégicas Cámbulos, Universidades y El Cable han alcanzado más del 95% de ejecución, avance que ha sido debidamente registrado en informes técnicos, auditorías y reportes internacionales como los del Banco Mundial.




A futuro, la experiencia de Manizales puede perfilarse como una referencia en gestión pública local, al demostrar que la suma de transparencia, planificación y adecuado monitoreo financiero puede revertir la tendencia negativa de infraestructuras fallidas. Al mismo tiempo, abre espacio para reflexionar —desde la perspectiva técnica y social— sobre la sostenibilidad y el impacto de las grandes obras en contextos latinoamericanos, destacando el papel clave de la colaboración entre gobiernos, expertos y comunidades para materializar beneficios concretos y sostenibles.
¿Qué riesgos existen en proyectos urbanos que dependen de pagos en moneda extranjera?
Cuando los contratos de infraestructura estipulan pagos en monedas extranjeras, como los euros, las obras quedan expuestas a la volatilidad cambiaria, lo que puede encarecer significativamente los costos finales. Esta situación fue relevante en Manizales, de acuerdo a fuentes técnicas consultadas, ya que no se incluyó inicialmente una cobertura del riesgo cambiario, lo que contribuyó al sobrecosto del 46% registrado. La falta de previsión financiera adecuada puede llevar a ajustes presupuestales de gran magnitud, impactando tanto la viabilidad como la percepción social de las obras públicas.
El análisis de experiencias previas en América Latina, citado por la CEPAL, subraya la necesidad de incorporar desde el inicio mecanismos que aseguren la estabilidad financiera a largo plazo, como seguros de cambio o fondos de contingencia. Estos instrumentos permiten salvaguardar la inversión pública y evitan que las fluctuaciones del mercado internacional comprometan la culminación y calidad de los proyectos.
¿Qué significa el término “elefante blanco” en el contexto de obras públicas?
El término “elefante blanco” se utiliza en gestión pública y urbanística para describir infraestructuras de gran envergadura que quedan inconclusas o son subutilizadas, generalmente porque superan sus presupuestos, atraviesan problemas legales o no responden efectivamente a las necesidades de la población. Los expertos de la Universidad Nacional en Gestión de Proyectos Urbanos puntualizan que este fenómeno es recurrente en América Latina, ligado a errores de planeación, falta de control técnico y ausencia de supervisión eficiente.
La aparición de “elefantes blancos” representa un problema significativo para las finanzas públicas y para el desarrollo local, ya que implica recursos desperdiciados y oportunidades perdidas de impacto social positivo. La recuperación del cable aéreo en Manizales destaca precisamente porque evitó este destino, revirtiendo una tendencia histórica con planificación y fortalecimiento institucional.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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