Eso provocó la disparada del desempleo, tasa que ya superara el 20 % por la destrucción de 4,9 millones de trabajos durante mayo, y 17,8 millones de personas inactivas.

Y es que durante los 100 días de cuarentena —medida que se adoptó estrictamente en abril para evitar la propagación del coronavirus, y fue modificada al paso del tiempo para permitir la reapertura de la economía— se cerraron restaurantes, bares, gimnasios, cines, comercios de ropa y vehículos, se prohibieron los viajes nacionales (en bus y en avión) y los internacionales, los eventos masivos como partidos de fútbol, conciertos y festivales, entre muchas más actividades.

La situación fue crítica para pequeños emprendimientos que no pudieron soportar algunos días de confinamiento, y quebraron definitivamente. Sin contar la crisis por la que pasan las aerolíneas.

Tiempo después, lo mismo sucedió con grandes empresarios, como los reconocidos chefs Harry Sasson y Jorge y Mike Rausch (hermanos Rausch), que terminaron cerrando varios de sus reconocidos restaurantes porque el pago de las nóminas de los empleados y los arrendamientos de los locales los ahogaron.

Eso también le pasó a muchas personas del común que quedaron sin casa porque no podían cumplir con la mensualidad de los arriendas y fueron desalojados, pese a que el Gobierno prohibió esa actividad por dos meses.

La cuarentena ha sido mucho peor para miles de familias que han vivido la pandemia de cerca. Según el más reciente reporte del Ministerio de Salud, Colombia llegó a los 102.009 casos de COVID-19, por la que han perdido la vida 3.470 ciudadanos.

Lee También

Por fortuna, 43.407 personas han salido bien libradas de la pandemia.

Los 100 días de cuarentena además pusieron de moda la palabra ‘reinventarse’, las reuniones digitales, el teletrabajo y la educación virtual y a distancia. No obstante, también hizo evidente la brecha socioeconómica que sigue existiendo en el país.

Mientras se cumplen los otros 12 días que faltan de confinamiento inteligente, como el presidente Iván Duque llamó a la apertura económica en medio de la emergencia sanitaria, Colombia intentará adaptarse a una nueva normalidad que implica una vida con distanciamiento social, sin rumba (por lo menos por un tiempo) y con salidas limitadas.