Inició formalmente el proceso penal contra “Los Carneros”, el grupo de seis personas señalado por la desaparición forzada de Maximiliano Tabares, un niño de seis años que desde el pasado 21 de septiembre permanece desaparecido en Antioquia. Los detalles del expediente hasta el momento son escabrosos, pues vincularían a la mamá de la víctima y a su padrastro con actividades de santería en contra del niño.

De acuerdo a lo reportado por la Fiscalía, todos fueron imputados, según su nivel de participación, por los delitos de tortura y desaparición forzada agravada. A petición del ente investigador, fueron enviados a la cárcel la mamá, la abuela y el padrastro de la víctima, así como otras tres personas vinculadas a la investigación.

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“La labor investigativa realizada por el CTI de la Seccional Antioquia, de manera articulada con la Policía de Infancia y Adolescencia, da cuenta de que el niño habría sido sometido a un ritual de santería para ubicar una supuesta guaca con oro. Desde entonces se desconoce el paradero”, agregó la Fiscalía. Ninguno de los encarcelados aceptó responsabilidad en las audiencias concentradas.

El niño está desaparecido desde el mes pasado. Su madre, Sandra Patricia Caro, aseguró ante las autoridades que salió a una tienda de Remedios (Antioquia). Luego, como registraron diarios locales, Caro habría dicho que apareció, sin embargo, la presión de la comunidad ayudó a constatar que el menor de edad sigue desaparecido.

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El pasado 21 de octubre, personal de la Policía con el CTI de la Fiscalía ingresaron a la casa de Caro y el padrastro del menor de edad. Lo que encontraron dejó sin aliento a los investigadores, pues había elementos de santería que, al parecer, pudieron ser utilizados en contra de Maximiliano Tabares.

“Las personas que vivían allí nos informaron cuál era la habitación del padrastro. Al ingresar había cuadros de santos. Dentro de un morral, esta persona tenía un muñeco de trapo, de los que se usan para el tema del esoterismo. Era una figura humana. Tenía incluso resaltado con tinta de lapicero, el rostro y el punto donde va el corazón. No tenía incrustado ningún tipo de alfiler”, le dijo un investigador, que prefirió guardar su nombre, a El Espectador.

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Y continúo: “Al parecer esa persona realizaba esas actividades con libros sobre esoterismo. Había uno que se llamaba el “Superlibro de Magia Oscura”. Eran tres libros de esoterismo, de diferentes editores. Tenía dos botellas donde guardaba animales muertos como alacranes y ciempiés. Y los mezclaban con alcohol y otro tipo de líquidos, para hacer baños a los supuestos clientes”.

El dato que llamó más la atención de los investigadores es la referencia que hacían los capturados de Maximiliano, de quien dijeron tenía unos “demonios” que debían ser expulsados si la familia quería surgir en el negocio de la minería. Hasta el momento, esas son las pistas que recuperó la Policía y que vinculó al proceso penal.

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