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El pico y placa en Cali se ha consolidado como una de las principales políticas de movilidad urbana, enfocada en reducir los congestionamientos viales y optimizar el uso del transporte privado. Esta restricción, adoptada en diversos momentos históricos de la ciudad, responde no solo a necesidades de tráfico, sino también a desafíos ambientales y sociales. Así, se convierte en una estrategia dinámica que se ajusta periódicamente al comportamiento de los ciudadanos y los requerimientos urbanos.
Según la Secretaría de Movilidad de Cali, para el segundo semestre de 2025, el pico y placa estará vigente de lunes a viernes desde las 6:00 a.m. hasta las 7:00 p.m., e impedirá la circulación de vehículos particulares según el último dígito de la placa. La rotación definida establece que los lunes están restringidas las placas terminadas en 3 y 4, mientras que los viernes la medida aplica para quienes tienen placa terminada en 1 y 2. Esta programación, confirmada por el calendario de rotación oficial, busca distribuir equitativamente la restricción a lo largo de la semana, proporcionando cierto margen de adaptación a los conductores habituales.
La aplicación de esta normativa contempla varias excepciones. Los vehículos eléctricos e híbridos pueden transitar sin restricciones, hecho que incentiva la adopción de tecnologías limpias y apoya políticas ambientales. Asimismo, los automotores oficiales, aquellos destinados a cumplir funciones estatales, vehículos de carga con una capacidad superior a cinco toneladas, motocicletas y quienes han abonado la tasa correspondiente por congestión o contaminación, disponen de autorización para movilizarse durante los horarios restringidos. Este esquema permite que servicios públicos y logísticos, así como modalidades alternativas de transporte, mantengan su operatividad sin afectar severamente la oferta de movilidad de la ciudad.
El impacto del pico y placa es doble: por una parte, contribuye a disminuir la contaminación mediante la reducción del flujo vehicular; por otra, plantea retos a nivel de inclusión y equidad urbana. Las críticas suelen centrarse en el efecto que tiene sobre la economía informal y pequeños comerciantes que dependen de un tránsito continuo, así como sus limitaciones en distritos con escaso acceso a transporte público de calidad. En respuesta, algunas ciudades han comenzado a explorar nuevas alternativas, como sistemas inteligentes de gestión del tráfico y la implementación de peajes urbanos, para complementar y eventualmente sustituir el modelo tradicional de restricción vehicular.
En conclusión, el pico y placa en Cali es una herramienta de gestión que ha demostrado adaptabilidad frente a los retos urbanos. Sin embargo, sus alcances y limitaciones evidencian la importancia de evaluaciones periódicas y de la búsqueda constante de mecanismos alternativos que garanticen movilidad eficiente y justa para toda la ciudadanía.
¿Qué criterios se utilizan para establecer las excepciones al pico y placa?
La definición de vehículos exceptuados no es arbitraria, responde a prioridades identificadas por las autoridades locales, como la promoción de tecnologías limpias, la protección de funciones públicas esenciales y la necesidad de mantener operativos los servicios logísticos. Por ello, incluyeron a vehículos eléctricos e híbridos, automotores estatales y de carga pesada, así como motocicletas y aquellos cuyos propietarios pagan la tasa destinada a mitigar la congestión o contaminación.
Estos criterios reflejan una preocupación tanto ambiental como funcional, buscando que la medida de restricción no afecte de manera desproporcionada la prestación de servicios fundamentales ni desincentive la movilidad sostenible. Además, procurar que la excepción de motocicletas y logísticos favorezca el acceso a distintas zonas de la ciudad, especialmente en contextos donde el transporte público tradicional no resulta suficiente.
¿Existen alternativas al pico y placa que se estén considerando en otras ciudades?
Ante los desafíos que representa el pico y placa, algunas ciudades han comenzado a analizar e implementar soluciones complementarias o sustitutivas. Entre estas alternativas destacan los controles de tráfico inteligentes, que emplean tecnología para supervisar y dirigir el flujo vehicular, y los peajes urbanos, mediante los que se cobra una tarifa a quienes acceden a determinadas áreas durante horarios críticos.
La exploración de estas opciones responde a la necesidad de gestionar el tránsito urbano de una manera más justa y eficiente, considerando tanto el impacto ambiental como las condiciones socioeconómicas. Si bien en Cali la medida tradicional sigue en vigor, la experiencia de otras ciudades abre el debate sobre futuras reformas que podrían adaptarse a la particularidad del contexto local.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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