Uno de los que dio su testimonio fue Manuel Castellano, exmiembro de las Autodefensas, que aseguró que ante las órdenes de su comandante de bloque tenía que asesinar y desaparecer a sus víctimas.

En muchas ocasiones la opción por la que optaron era cortar los cuerpos de las personas que eran asesinadas. 

“Tocaba matarlos y desmembrarlos para que no aparecieran nunca”, señaló Castellano.

Esas acciones eran propias de “bestias insensibles”, como lo reconoció Emiro Correa, otro exparamilitar que compareció ante la comisión. Hizo énfasis en cómo durante los años de masacres él y sus compañeros no tuvieron ningún asomo de piedad.

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Los asesinatos, cuentan los excombatientes, tenían la complicidad de funcionarios que tenían relación estrecha con las fuerzas paramilitares.

Es más, dicho lazo, constituido como una verdad a voces, era conocido en esa época hasta por Estados Unidos, como dan cuenta varios archivos que se han desclasificado recientemente en ese país. 

Pero las masacres no solo contaban con la anuencia de ciertos sectores del Estado, agregan los exparamilitares; en ocasiones, las listas de víctimas eran entregadas por la misma Fuerza Pública o por políticos. 

En dichos listados había nombres y direcciones de opositores, sindicalistas y líderes estudiantiles que estaban en la mira por sus posturas políticas.

“Entrábamos con una lista en las manos, masacrando a muchos pobladores de esa zona”, dijo el exparamilitar Sergio Córdoba.

En ese sentido, Uber Bánquez, señaló que desde la Fuerza Pública llegaba la información de dónde estaban las Farc y con esos datos perpetraban las masacres.

Estos son los testimonios: