Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 5, 2025 - 6:19 am
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El lamentable fallecimiento del soldado Alejandro Antonio Zabaleta Castillo en el Fuerte Militar de Tolemaida el pasado 4 de octubre expone no solo la peligrosidad inherente de los entrenamientos militares, sino también la reiteración de sucesos trágicos en el ámbito de la formación de las fuerzas armadas en Colombia. Zabaleta Castillo, quien cursaba el programa de suboficiales número 113 extraordinario, perdió la vida en un contexto aún no completamente explicado, lo que obligó al inicio de una investigación interna en el Ejército y de procesos judiciales externos para esclarecer las causas del accidente y explorar opciones que permitan evitar situaciones similares en el futuro, según fuentes originales del reporte.

Las prácticas militares, especialmente aquellas orientadas al combate, suponen riesgos elevados. No solo involucran el uso de armamento y explosivos, sino que además se llevan a cabo en entornos pletóricos de variables imprevisibles, como ríos o balsas improvisadas, donde la seguridad adquiere múltiples dimensiones. El fuerte de Tolemaida, reconocido centro nacional de entrenamiento militar, ha visto incidentes anteriores. Por ejemplo, el pasado 14 de julio, tres soldados desaparecieron en el río Magdalena durante una simulación de acondicionamiento con balsas improvisadas, y lamentablemente fueron hallados sin vida al día siguiente. Este escenario refuerza la percepción de vulnerabilidad frente a los peligros acuáticos y plantea interrogantes sobre la eficacia de los actuales protocolos de seguridad del Ejército colombiano, según lo descrito en las fuentes originales.

No ha sido el único caso reciente. Una semana antes de la muerte de Zabaleta Castillo, otro infortunio marcó al Batallón El Juncal, en el departamento del Cesar, donde la activación no intencionada de una granada de fragmentación ocasionó la muerte de un soldado y dejó a cinco más en estado grave. Este suceso pone de manifiesto la relevancia y urgencia de actualizar los dispositivos de seguridad y revisar las prácticas asociadas a la instrucción militar, ya que estos hechos evidencian dificultades estructurales y presentan desafíos concretos para la reducción de riesgos en las actividades del entrenamiento, como han señalado diversas fuentes expertas contenidas en el informe original.

Un análisis exhaustivo, apuntalado por informes de instituciones reconocidas como el Instituto para la Seguridad y la Democracia, señala que estos accidentes no pueden considerarse aislados. Se advierte un repunte en la frecuencia de incidentes, atribuidos principalmente a la carencia de equipos adecuados, la inadecuación de los procedimientos frente a las condiciones reales, y, en ocasiones, a la presión institucional por sostener ritmos exigentes de adiestramiento, todo ello dentro de un contexto nacional de persistente conflicto armado.

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Desde la perspectiva sociopolítica, estos acontecimientos tienen un impacto directo en la confianza ciudadana hacia el Ejército y en la exigencia, por parte de la sociedad civil, de procesos más transparentes y de mayores garantías para la protección de los jóvenes que optan por la carrera militar. Si bien la disposición de la institución para abrirse a las investigaciones judiciales supone un avance, debe ir acompañada de reformas profundas en los sistemas de prevención de riesgos y en la rendición efectiva de cuentas, conforme a las recomendaciones de organizaciones independientes como Human Rights Watch, citadas en los reportes consultados.

Finalmente, la repetición de tragedias bajo circunstancias similares obliga a una revisión crítica de la estructura y condiciones en que se desarrolla el entrenamiento militar colombiano, con énfasis en ejercicios acuáticos y tácticos. Solo una actualización constante de protocolos, mayor inversión en seguridad y la adopción de tecnologías innovadoras podrán salvaguardar la vida y la integridad de quienes se preparan para servir al país bajo circunstancias de alto riesgo, como señalan los análisis del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales y especialistas en defensa.

¿Por qué son especialmente peligrosos los entrenamientos acuáticos en el Ejército colombiano?
La peligrosidad de los entrenamientos acuáticos se relaciona con la complejidad de los entornos naturales, donde variables imprevisibles como corrientes, profundidad y visibilidad ponen a prueba los protocolos de seguridad. El caso del río Magdalena, citado en los reportes, ilustra cómo condiciones poco controladas pueden derivar en tragedias, especialmente cuando los entrenamientos incluyen equipos improvisados y simulaciones bajo presión. El análisis revela que la falta de equipamiento especializado y el insuficiente ajuste de los procedimientos a las condiciones reales aumentan las probabilidades de accidentes con desenlaces fatales.

Considerando estas circunstancias, surgen demandas de la sociedad y organizaciones especializadas en derechos humanos por mejorar e innovar los métodos de formación, actualizando los equipos y priorizando la protección de la vida sobre las exigencias estrictas de los programas. La transparencia y revisión permanente de los protocolos, así como una inversión adecuada en tecnologías y equipos, son elementos esenciales para reducir los riesgos inherentes a este tipo de prácticas militares.

¿Qué responsabilidades tiene el Ejército en la prevención de estos accidentes durante el entrenamiento?
La responsabilidad principal del Ejército radica en garantizar entornos seguros de aprendizaje y entrenamiento, disminuyendo la exposición de los soldados a riesgos innecesarios. Las fuentes consultadas en los reportes resaltan la obligación institucional de revisar y actualizar los procedimientos regularmente, incorporar tecnologías de seguridad modernas y entrenar al personal en la identificación y mitigación de peligros específicos.

La opinión pública y los organismos de control esperan que, más allá de investigar los accidentes una vez ocurridos, la institución militar implemente acciones preventivas efectivas. Estos cambios permitirían no solo reducir la frecuencia de incidentes, sino también responder a las demandas de rendición de cuentas y transparencia, fortaleciendo así la legitimidad del Ejército ante la sociedad civil y mejorando las condiciones de quienes optan por la carrera militar.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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