Castaño, que estuvo al mando de las extintas autodefensas, fue sentenciado a 38 años de prisión, luego de que la Fiscalía lo acusara de ser el autor intelectual del homicidio de Garzón, ejecutado el 13 de agosto de 1999.

Según el ente acusador, el exsubdirector del DAS José Miguel Narváez fue quien le metió la idea a Castaño de asesinar al humorista, diciéndole que Garzón tenía ideas de izquierda y supuestos vínculos con la ahora exguerrilla de las Farc.

Por esa hipótesis, que hasta ahora sigue siendo la línea de investigación de la Fiscalía, Narváez fue condenado a 30 años de prisión, como “determinador” del crimen.

Además, también se abrieron investigaciones a agentes del DAS, que habrían desviado las primeras investigaciones y ocultaron a los verdaderos responsables del homicidio del periodista.

En este caso también está involucrado el coronel (r) Jorge Enrique Plazas Acevedo, que, de acuerdo con la Fiscalía, habría hecho seguimientos a Garzón para informar a los paramilitares.

Aún no se conoce una condena para Plazas Acevedo, que se acogió a Justicia Especial para la Paz, porque además se le acusa como uno de los responsables de la masacre de Mapiripán, Meta.

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En cuanto a los autores materiales, dos sicarios, el exdirector de Fiscalías Iván Lombana dijo, en declaraciones pasadas, que Castaño los había desaparecido, así como hizo con todo aquel que tuvo algo que ver con el crimen de Garzón.

Dos décadas después del asesinato del humorista que le provocó el llanto a un país, el crimen sigue sin esclarecer. No obstante, este crimen no prescribe porque la Fiscalía “concluyó que la muerte de Jaime Garzón se produjo en medio de un ataque generalizado y sistemático propiciado y/o auspiciado desde la institucionalidad estatal, contra un grupo determinado de individuos con características política comunes”, por lo que fue declarado de lesa humanidad.