Desde que asumió su cargo como director del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), Juan Manuel Oviedo recibió todo tipo de comentarios por el acento que lo caracteriza al hablar.

Sin embargo, esto no fue un impedimento para que el economista de la Universidad del Rosario se convirtiera en uno de los funcionarios más distinguidos del gobierno del presidente Iván Duque.

Pero más allá de lo que la gente dice de su hablado, hay una razón que muy pocos conocen y que sería una de las razones por las que, desde muy pequeño, su tono de voz se vio afectado.

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 Qué le pasó a Juan Manuel Oviedo cuando era niño

En una extensa entrevista con la revista Bocas, el director del Dane confesó varios capítulos de su vida que lo marcaron para siempre, entre ellos, la relación con su papá, la muerte de su abuelo, su confesión de ser gay y el accidente que sufrió de pequeño.

Precisamente este último, fue el culpable que desde muy niño fuera víctima del bullying, pues, en el colegio, otros menores se burlaron de él por la gran cicatriz que le quedó en la cara por una caída.

“Me quedó como una zeta. Por eso tengo la boca un poco torcida. Los médicos tuvieron que jalar el músculo. Yo era muy pequeño. En los momentos de opulencia, a mí solo me daban leche de polvo holandesa. Eran unos tarros gigantes, azules, lindos, que mi papá traía de no sé dónde. Un día, a la persona que ayudaba en la casa se le ocurrió que esos tarros podían ser cestos de basura y puso uno en el cuarto de juegos. Me caí encima. Se me abrió completamente la cara con la lata”, relató a la revista.

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Debido a esto, le contó al medio, tuvieron que cogerle “72 puntos internos y externos”, por lo que tuvo que pasar varias semanas sin poder tocar su rostro.

“Fue muy duro, porque además tuve que pasar una temporada con los brazos separados, de frente, para que no pudiera tocarme y dañar la cicatriz. Imaginarás ir al colegio con semejante chamba. Me ponían apodos espantosos. Monster. Rataniel. Esa cicatriz generó una montadera tenaz. Fue un factor de rechazo constante”, confesó.

De acuerdo con lo mencionado, el accidente fue uno de los factores que influyeron en su forma de hablar, teniendo en cuenta que también sufrió problemas de salud.

“Yo sufrí unas afecciones respiratorias, de adenoides, que me dificultaban la respiración por la nariz. Siempre respiré por la boca. Y como por la boca el aire entra frío (la nariz lo calienta), eso puso las cuerdas vocales más agudas. Por eso he tenido lo que la gente llama “voz de niña”. De chiquito contestaba el teléfono y pensaban que era una niña”, agregó en Bocas.

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Incluso, Oviedo aseguró que en una ocasión asistió a consultas con una fonoaudióloga “para corregir la erre marcada y el seseo, que también tenía”, pero un comentario de la doctora, calificado por Oviedo como “poco intrusivo”, hizo que no volviera a verla.

Por último, les envió un mensaje a las personas que lo tildaron de “gomelo” y dejó claro que, “las apariencias engañan”.

“Los que dijeron “este gomelo pendejo” deben estar arrepentidos. El buen gusto está. Y mi círculo de amigos siempre era el de los gomelos. De pronto de ahí viene el acento que dicen que tengo. Pero la gente cree que eso implica ser hijo de papi y mami”, concluyó.