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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 6, 2025 - 8:16 pm
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El alcalde John Fredy Montes Velásquez ha liderado la conformación de un comité extraordinario de Gestión del Riesgo, con el objetivo de responder con rapidez a la emergencia ambiental que afecta diversas zonas de su municipio. Esta convocatoria se basa en la necesidad inmediata de evaluar y mitigar los daños reportados en los sectores más vulnerables del área, los cuales han presentado señales alarmantes tras fenómenos climáticos recientes. Entre las zonas identificadas como más golpeadas se encuentran Santa Emilia, Ándica, Peñas Blancas, Marmatico, La Tesalia, La Planta, Los Alpes, La Llorona Baja y Alta, y La Tribuna. En todas ellas se pondrá en marcha un censo exhaustivo para estimar la cantidad de reparaciones y apoyos necesarios, una medida que la administración municipal considera clave para dar una respuesta efectiva y ajustar los recursos a la realidad territorial, según fuentes consultadas en el comité de emergencia.

La participación de Diana Carolina Ramírez Laverde, coordinadora departamental de Gestión del Riesgo, quien se unió virtualmente, fue crucial para aportar un primer balance sobre el impacto de la emergencia. Su presencia permitió articular de modo más eficiente la información que suministran los líderes comunitarios y los técnicos en terreno. El comité también puso énfasis en la urgencia de intervenir la bocatoma que abastece de agua potable al municipio, bajo la coordinación técnica del Plan Departamental de Aguas, dada la importancia estratégica de este recurso para evitar un agravamiento de la crisis y de los efectos negativos sobre la salud pública y la rutina diaria de la población.

Los eventos registrados en estas veredas se inscriben dentro de un patrón recurrente en Colombia, que, posicionada como uno de los países con mayor vulnerabilidad climática en la región, experimenta emergencias derivadas de la variabilidad meteorológica y de la transformación ambiental causada por la actividad humana. Datos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) confirman que las situaciones de riesgo por cambios extremos en el clima se vienen incrementando, lo que profundiza la exposición de comunidades rurales a deslizamientos, hundimientos y afectaciones hídricas que impactan vías, viviendas y actividades agropecuarias.

En particular, la atención especial sobre vías rurales, como la de la vereda Ándica donde se reportó un hundimiento, demuestra la relevancia de la infraestructura vial para la conectividad básica. El Observatorio Nacional de Riesgos ha advertido que el deterioro de las vías en regiones fronterizas puede provocar no solo aislamiento, sino limitar gravemente el acceso a servicios esenciales y complicar aún más la gestión de emergencias sanitarias, acentuando la precariedad de los habitantes más desfavorecidos.

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A nivel social, involucrar a las comunidades en la recopilación y reporte de información se ha perfilado como una estrategia efectiva. De acuerdo con reportajes de La Patria, la participación directa ayuda a delinear intervenciones más legítimas y adecuadas al contexto local, incrementando la eficiencia de las acciones de respuesta. El censo anunciado por el comité extraordinario es la evidencia de esa estrategia, pues orientará la toma de decisiones y la priorización de recursos basados en necesidades concretas.

En términos de política pública, la emergencia pone de relieve la urgencia de fortalecer los sistemas de gestión del riesgo en Colombia para anticipar, responder y adaptarse mejor a los desafíos del cambio climático. Especialistas del Centro de Estudios Estratégicos para la Gestión Pública (CEEGP) han insistido en la prioridad de impulsar inversiones en infraestructura y tecnologías que permitan monitoreos continuos, con especial enfoque en los territorios rurales y los ecosistemas más frágiles, pues son los más expuestos a crisis ambientales recurrentes.

De esta forma, el proceso emprendido por la administración local y los actores involucrados constituye un avance fundamental en la respuesta inicial, aunque deja en evidencia que la magnitud y frecuencia de estas emergencias demandan estrategias sostenibles, articuladas y con énfasis en la prevención, participación comunitaria e innovación técnica.

¿Qué acciones integran un comité de Gestión del Riesgo en situaciones de emergencia?

Esta pregunta busca aclarar el alcance y los procedimientos que un comité de Gestión del Riesgo puede implementar ante una emergencia como la vivida en el municipio. Es relevante porque tales organismos son responsables de coordinar la respuesta institucional, priorizar las intervenciones, articular la actuación de diferentes entidades y establecer acciones concretas, desde el levantamiento de censos hasta la activación de sistemas de alerta y la gestión de recursos. Comprender cómo operan estos comités es clave para dimensionar la capacidad de maniobra de los municipios frente a amenazas ambientales.

El marco de acción de un comité de Gestión del Riesgo incluye la identificación de zonas afectadas, valoración preliminar de daños, diseño de estrategias de intervención y coordinación con los sectores comunitarios y gubernamentales pertinentes. Además, recoge información de campo esencial, asegura la disponibilidad de insumos para la atención y establece mecanismos para evaluar los avances de la recuperación, todo bajo lineamientos técnicos definidos por la normativa nacional.

¿Cómo se define la vulnerabilidad climática en municipios rurales?

La vulnerabilidad climática hace referencia al grado de exposición y capacidad de respuesta que tienen las comunidades frente a eventos derivados de la variabilidad y cambio climático. Esta pregunta es relevante, ya que permite entender por qué ciertas regiones, como el municipio afectado, presentan mayores riesgos y requieren intervenciones específicas para evitar el deterioro de condiciones de vida y pérdidas materiales recurrentes.

En el contexto rural, la vulnerabilidad suele estar ligada a la localización geográfica accidentada, el acceso limitado a infraestructuras resistentes y la dependencia de actividades agrícolas susceptibles a los fenómenos meteorológicos. El reconocimiento de estos factores colabora a definir políticas públicas más precisas que tengan en cuenta las características diferenciadas de cada territorio y a reforzar la adaptación frente a futuros eventos extremos.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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