Por: EL PILON SA

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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 25, 2025 - 7:00 am
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El Instituto Departamental de Rehabilitación y Educación Especial del Cesar (IDREEC) atraviesa una crisis salarial sin precedentes, con una deuda de 25 meses en el pago de salarios, cesantías, primas, vacaciones y retroactivos a sus empleados, según información de El Pilón y comunicados oficiales del IDREEC. Esta situación llevó a los trabajadores a organizar el 25 de agosto una “mercatón”, recolecta de alimentos no perecederos, en un intento desesperado por mitigar la precariedad alimentaria que enfrentan ellos y sus familias. La iniciativa, respaldada por llamados a la comunidad y las iglesias de Valledupar, expone no solo la gravedad del impago, sino también la falta de respuestas institucionales efectivas ante una situación socialmente insostenible.

El drama humano detrás de la crisis lo retratan testimonios como el de Liliana Chinchilla, empleada con más de 31 años de servicio, quien narra la pérdida de viviendas, divorcios y la imposibilidad de cubrir servicios básicos entre los afectados. Estas consecuencias personales subrayan el colapso no solo económico, sino social y emocional, de quienes dependen del IDREEC, cuya labor es esencial para la rehabilitación y educación de más de 40.800 personas con discapacidad en el departamento, conforme a los datos reportados por la propia institución y contextualizados por El Pilón.

El origen de la crisis se remonta a 2016, cuando ya se alertaban riesgos y déficit financiero prolongados. A pesar de las advertencias, la ausencia de saneamiento fiscal y controles efectivos ha perpetuado el problema, generando manifestaciones como el encadenamiento de un empleado frente a la Gobernación del Cesar. El fenómeno pone de manifiesto falencias estructurales de gestión pública, comunes en instituciones estatales sin mecanismos adecuados de control ni transparencia, tal como lo reflejan análisis del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y estudios en administración pública.

La situación ocurre en paralelo a la aprobación de la primera Política Pública de Discapacidad e Inclusión Social (2025-2035) en la Asamblea Departamental del Cesar, que destina más de 10 mil millones de pesos a acciones afirmativas en salud, educación e inclusión. Pero el caso del IDREEC deja en evidencia que el éxito de estas políticas depende directamente del fortalecimiento y estabilidad de las entidades ejecutoras. El liderazgo de la gobernadora, Elvia Milena Sanjuán, sobre ambos frentes —la junta directiva del instituto y la política pública— genera expectativas respecto a una eventual solución.

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Mientras la reunión prevista con el ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, podría representar una oportunidad para encauzar soluciones, los trabajadores ya han anunciado posibles acciones legales si la crisis persiste, en busca del reconocimiento y pago de lo adeudado. Expertos en temas laborales y derechos humanos advierten, como indica la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que la persistencia en el retraso salarial desemboca en problemas de salud mental, aumento del estrés y disolución del tejido social, profundizando la espiral de pobreza y exclusión en comunidades vulnerables.

El conflicto del IDREEC es ilustrativo de la precariedad institucional y las consecuencias de las deudas fiscales crónicas en el ámbito público colombiano. La solidaridad comunitaria, reflejada en la “mercatón”, constituye un paliativo temporal; sin embargo, la solución sostenible solo será posible mediante reformas administrativas, fortalecimiento de la vigilancia social y compromiso transparente de las autoridades. Así, asegurar el bienestar de los empleados y la vigencia de los derechos de las personas con discapacidad requiere más que buenas intenciones: exige acciones concretas y el cumplimiento cabal de las políticas públicas ya promulgadas.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Cuáles son las consecuencias psicológicas del impago salarial prolongado en trabajadores de sectores sociales?

El impago de salarios por periodos extendidos, como el caso del IDREEC, genera efectos negativos en la salud mental y emocional de los trabajadores afectados. Estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) documentan que la incertidumbre económica y la incapacidad de cubrir necesidades básicas incrementan los niveles de ansiedad, estrés y depresión, además de facilitar el deterioro de las relaciones familiares y personales.

En instituciones que prestan servicios sociales, estos efectos se agravan al enfrentar, desde la vocación profesional, la imposibilidad de atender adecuadamente a poblaciones vulnerables. El círculo de precariedad impacta, en consecuencia, no solo al trabajador y su familia, sino a toda la comunidad que depende de la función pública, exacerbando la crisis social y sanitaria.

¿Cómo se puede lograr que una política pública en discapacidad sea efectiva en territorios con crisis institucional?

La efectividad de una política pública, como la aprobada recientemente en el Cesar para la inclusión de personas con discapacidad, depende en gran medida de la articulación y el fortalecimiento de las entidades responsables de su ejecución. La falta de estabilidad administrativa y financiera, como ocurre actualmente en el IDREEC, pone en riesgo los avances en derechos e igualdad previstos por la política.

Para garantizar resultados, es necesario implementar mecanismos de vigilancia social, cumplir cabalmente con la inversión presupuestal y promover una gestión pública ética y transparente. Solo así se puede asegurar que la legislación trascienda del papel a los hechos, mejorando las condiciones de vida de las personas con discapacidad y contribuyendo al desarrollo social de toda la región.

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