Por: LA CRONICA DEL QUINDIO

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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 19, 2025 - 6:10 am
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En el departamento del Quindío, la labor de las madres comunitarias ha sufrido una contracción severa en la última década, lo que compromete seriamente el acceso a servicios esenciales para la primera infancia. Según cifras citadas por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), en 2015 existían cerca de 2.000 madres comunitarias en la región; sin embargo, para 2025 solo permanecen alrededor de 120, lo que representa una dramática reducción del 94 %. Esta disminución repercute en la vida de unos 1.560 niños que dependen de estos programas para su bienestar y desarrollo, ya que las madres comunitarias no solo cuidan a los menores, sino que también garantizan su alimentación y apoyo pedagógico diario.

El cargo de madre comunitaria conlleva una carga de trabajo significativa, pues cada profesional atiende en promedio a 13 niños. Dicho trabajo, que implica exigencias físicas y emocionales notables, se complejiza aún más con la conciliación de responsabilidades familiares propias. De acuerdo con María del Pilar Sarmiento Herrera, coordinadora administrativa de las Asociaciones de Madres Comunitarias del Quindío, alcanzar un equilibrio entre la carga laboral y la calidad de vida es crucial para mantener a estas mujeres en la profesión. Muchas optan por empleos en Centros de Desarrollo Infantil (CDI) o en hogares infantiles, donde, si bien existen retos, las condiciones suelen ser menos demandantes.

El programa de madres comunitarias nació en 1986 y se reglamentó en 1989, consolidándose como un pilar en la protección y formación infantil en el país. Actualmente, alrededor de 69.000 madres y padres comunitarios atienden a más de un millón de niños en todo el territorio nacional, de acuerdo con datos del ICBF. Estas redes funcionan bajo diversas modalidades, como Hogares Comunitarios de Bienestar, Hogares FAMI y Hogares Comunitarios Agrupados, reflejando su aporte crucial tanto en el plano social como educativo.

No obstante, como revelan informes del ICBF y del Ministerio de Trabajo, la permanencia y el fortalecimiento de esta red dependen no solo de la estabilidad laboral y la remuneración –en el Quindío cercana a un salario mínimo legal mensual con prestaciones–, sino también de la capacitación y profesionalización gratuitas que estas mujeres reciben. La formación pedagógica y los diplomados resultan fundamentales para mejorar la calidad del servicio y devolver la motivación a las cuidadoras, un elemento clave para sostener la confianza en el sistema.

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La baja remuneración, sumada a la doble carga de trabajo y responsabilidades familiares, ha propiciado la migración de muchas cuidadoras hacia el empleo informal o a otros sectores con menores exigencias educativas y emocionales. Además, el proceso de selección para convertirse en madre comunitaria en el Quindío es estricto, exigiendo título de bachiller, cursos vigentes de manipulación de alimentos, participación en formación pedagógica y certificados judiciales para garantizar la protección de los niños

Las instituciones y autoridades locales enfrentan el desafío de diseñar políticas públicas más justas, que reconozcan la importancia de este trabajo y mejoren las condiciones de quienes lo ejercen. Según investigaciones del Banco Interamericano de Desarrollo y reportajes de El Espectador, la crisis de las madres comunitarias en el Quindío es reflejo de una problemática regional y nacional, marcada por la falta de apoyo institucional, incentivos salariales insuficientes y condiciones laborales precarias. Invertir en la dignificación del cuidado infantil y profesionalizar este rol resulta fundamental para el desarrollo y equidad del país.

¿Qué aspectos abarca la formación que reciben las madres comunitarias?

El acceso a la formación pedagógica y a diplomados resulta una de las estrategias centrales para mejorar la calidad del servicio que prestan las madres comunitarias en Colombia. Según datos del ICBF, las cuidadoras reciben capacitación gratuita una vez que hacen parte del programa, lo que contribuye tanto a su desarrollo profesional como al fortalecimiento de la atención a los niños. Esta formación incluye temáticas relacionadas con el desarrollo infantil, nutrición, primeros auxilios y estrategias pedagógicas adaptadas a la primera infancia.

La profesionalización también opera como un incentivo para la permanencia en la red, ofreciéndoles mayores herramientas para afrontar retos laborales y personales. Sin embargo, la sobrecarga laboral y la bajada remuneración continúan como obstáculos que frenan la consolidación de este proceso educativo y motivacional, lo cual limita el alcance de los avances logrados con estas capacitaciones.

¿Por qué se considera fundamental la labor de las madres comunitarias para las familias vulnerables?

Las madres comunitarias cumplen un papel insustituible en el modelo de atención a la primera infancia, sobre todo para familias con recursos económicos limitados. Como estipula el ICBF, estos programas garantizan acceso a cuidados básicos, alimentación y estimulación pedagógica para miles de niños que difícilmente podrían recibir esos servicios de otra manera. La confianza depositada en estas trabajadoras por parte de la comunidad se traduce en una importante red de apoyo social y educativa.

El futuro de muchas familias depende en gran medida de que existan y se fortalezcan las redes de madres comunitarias, pues contribuyen a la seguridad, formación y bienestar de los menores mientras sus padres trabajan o buscan mejores oportunidades laborales. La crisis actual subraya la vulnerabilidad de estos hogares si no se abordan políticas que aseguren la continuidad y dignificación de este rol social esencial.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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