Por: El Espectador

El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.

Este artículo fue curado por pulzo   Sep 16, 2025 - 5:57 am
Visitar sitio

El escándalo en la cárcel La Tramacúa de Valledupar, desencadenado por los señalamientos contra José Manuel Vera, conocido como ‘Satanás’, pone al descubierto un fenómeno de corrupción estructural que afecta al sistema penitenciario colombiano. Según el diario regional El Pilón, ‘Satanás’ habría obtenido, mediante sobornos a miembros del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), el acceso a una visita conyugal en su propia celda, desafiando las normas internas que prohíben expresamente este tipo de privilegios. Las investigaciones sugieren que tanto guardianes como un mando superior del penal estarían implicados, ilustrando la capacidad de algunos internos para vulnerar las reglas gracias a la connivencia de funcionarios con responsabilidades de vigilancia y control.

No se trata de un caso fortuito. Estudios recientes de organizaciones como Transparencia por Colombia advierten que la corrupción en los penales del país es un problema extendido, alimentado por la precariedad en las condiciones laborales, la escasez de recursos y la deficiente formación institucional de los empleados del Inpec. Los beneficios concedidos ilegalmente a internos de alto poder económico, como ‘Satanás’, comprometen la seguridad interna y la integridad del sistema de justicia. Además, crean un ambiente propicio para que estructuras criminales continúen sus operaciones desde el interior de las cárceles, desdibujando la autoridad del Estado.

En respuesta a la denuncia, el traslado inmediato de ‘Satanás’ al patio 12 bajo monitorización reforzada y cámaras que dependen del control desde Bogotá constituyó una reacción institucional notable. Sin embargo, el vandalismo que sufrieron los sistemas de video-vigilancia revela profundas debilidades tecnológicas y organizativas. Según declaraciones ofrecidas por la defensora pública Ana Beatriz Moreno a la Fundación Paz y Reconciliación, superar estas limitaciones requiere una inversión sostenida en tecnología y la incorporación de protocolos éticos y controles más estrictos sobre el personal penitenciario.

Este fenómeno trasciende las fronteras de Colombia. De acuerdo con reportes de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la corrupción en las cárceles facilita la proliferación de actividades ilegales, desde el tráfico de estupefacientes y armas hasta la obtención de privilegios indebidos para algunos reclusos. En sistemas frágiles, las consecuencias se reflejan en niveles elevados de violencia interna, evasión de reos y pérdida de legitimidad institucional.

Lee También

La gravedad del caso de ‘Satanás’ pone en relieve la desconfianza social hacia el sistema penitenciario. Un estudio nacional divulgado por el Centro Nacional de Consultoría en 2024 destaca que más del 70% de la ciudadanía percibe que la corrupción campea en las cárceles, aumentando la percepción de impunidad. A la luz de estos hallazgos, resulta evidente la urgencia de reformas profundas: mejores condiciones para los guardianes, sistemas de auditoría, transparencia y una vigilancia tecnológica robusta. Solo implementando estos cambios es posible aspirar a un penalismo respetuoso de los derechos humanos y la equidad.

Este incidente representa una oportunidad para movilizar tanto a las autoridades como a la sociedad civil y las organizaciones de derechos humanos en el fortalecimiento de controles, capacitación ética y estrategias integrales destinadas a erradicar las prácticas corruptas, en procura de un Estado de derecho efectivo en el ámbito carcelario.

¿Qué factores permiten que internos de alto perfil influyan en las decisiones dentro de las cárceles?
Diversos estudios, incluyendo el informe de Transparencia por Colombia citado en el artículo, identifican que los internos con recursos económicos o conexiones externas suelen aprovechar las debilidades de los funcionarios y las carencias materiales de los centros penitenciarios. Estos factores facilitan la entrega de sobornos y la obtención de tratos preferenciales que vulneran la legalidad. Por esta razón, resulta fundamental abordar no solo la corrupción interna, sino también las condiciones que la propician, como la baja remuneración y la falta de formación en ética institucional.

¿Qué significa el Inpec y cuál es su función principal?
El Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) es la entidad estatal responsable de la administración de las cárceles y la custodia de los privados de la libertad en Colombia. Su función principal radica en velar por el cumplimiento de las normas dentro de los establecimientos de reclusión, garantizando la seguridad tanto de los internos como de los funcionarios, y promoviendo la resocialización. Sin embargo, como muestra el caso de La Tramacúa, el Inpec enfrenta desafíos importantes en el control de la corrupción y la protección de derechos dentro de los penales.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

* Pulzo.com se escribe con Z

Lee todas las noticias de nación hoy aquí.