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En Bucaramanga, todos habían oído hablar de alias ‘La burra’, pero pocos sabían quién era realmente. No tenía redes sociales, ni fotos públicas, ni rastros visibles. Sin embargo, su nombre provocaba temor. Durante años lideró en las sombras la estructura criminal conocida como ‘Los del Sur’, una organización de narcotráfico con vínculos con el Eln y con ingresos superiores a los 6.000 millones de pesos.
Para protegerse, no solo usaba fachadas de negocios legales: también practicaba rituales de santería, invocaciones demoníacas y pactos oscuros. El cerco se cerró tras más de tres años de investigaciones.
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Alias ‘La burra’ y su pareja sentimental operaban desde una finca lujosa en Floridablanca, Santander. Aunque en las calles usaban vehículos de gama baja y se mostraban como comerciantes de calzado y ropa, al interior de su propiedad vivían como verdaderos narcotraficantes: comodidades excesivas, armas, droga y objetos rituales llenaban el lugar.
Las autoridades incautaron más de 1.400 kilos de marihuana, armas de fuego, municiones, dinero en efectivo y agendas con la contabilidad del negocio. Pero lo que más llamó la atención fue la presencia de elementos esotéricos: estrellas de cinco puntas, collares de alto rango dentro de la santería y restos de rituales satánicos.
Según el brujo consultado, alias ‘La burra’ había sellado un pacto con el diablo y usaba estos elementos para ‘dominar la mente de cualquier ley’ y eludir controles. Expertos señalan que esta práctica no solo le servía para protegerse, sino para adoctrinar a toda su organización, garantizandoles “protección espiritual” a cambio de lealtad. Sin embargo, ella no era la mente maestra.
Según el brigadier general Henry Bello, comandante de la Policía Metropolitana de Bucaramanga, ‘La burra’ seguía órdenes de alias ‘Carnal’, ya capturado. La caída de esta mujer —descrita por autoridades como poco agraciada físicamente, pero con una mente brillante para los negocios ilegales— fue el golpe final a una estructura con más de 32 capturados.
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Su renta criminal alcanzaba los 600 millones de pesos cada dos meses. Pero, tras su detención, lo que sigue es aún más incierto: un reacomodamiento dentro del crimen organizado y una guerra silenciosa por el control.
Alias ‘La burra’ pensó que el silencio y la brujería la protegerían. Pero su imperio invisible se derrumbó, y aunque la estructura criminal perdió a su ficha clave… la guerra por el poder apenas comienza.
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