El presidente Iván Duque, al celebrar la captura de Dairo Antonio Úsuga, alias ‘Otoniel’, el sábado pasado, la calificó como el “golpe más duro contra el narcotráfico” desde la baja del mafioso Pablo Escobar, en 1993. Los dos hechos recuerdan que, en el pasado, han sido abatidos o detenidos (y extraditados) otros barones de la droga en Colombia. Pero más allá del regocijo del Gobierno por arrestar a Úsuga, jefe de un poderoso ejército mafioso, el mayor imperio de la cocaína del mundo está lejos de desmoronarse.

La detención en una megaoperación militar y policial en el noroeste de Colombia del criminal más buscado del país, de 50 años y jefe máximo del Clan del Golfo “es una gran noticia para el Gobierno de [el presidente Iván] Duque, pero en el terreno no es que vaya a cambiar mucho“, estima Ariel Ávila, analista de la Fundación Paz y Reconciliación.

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Entre ‘Otoniel’ y Escobar hay un abismo. Escobar fue un delincuente que comenzó su vida delictiva robando carros y tumbas, y ‘Otoniel’ fue primero guerrillero y paramilitar. El capo de capos fue abatido en Medellín por las autoridades en 1993, y se llevó a la tumba todo lo tenía que confesar sobre su carrera criminal; ‘Otoniel’, en cambio, fue detenido 27 años después y se llevará la verdad para Estados Unidos, en donde tres cortes federales lo solicitan en extradición por delitos relacionados con el tráfico de drogas.

Se trata de la Corte del Distrito Sur de Florida, que lo requiere por hechos del 2003, cuando ‘Otoniel’ creó la banda criminal conocida inicialmente como ‘los Urabeños’, que se dedicó al envío de droga a Estados Unidos; la Corte del Distrito Oriente de Nueva York, que lo solicita desde 2015, cuando lo acusó de conspiración para producir cocaína, conspiración para asesinato y uso de armas para favorecer el delito de narcotráfico; y la Corte del Distrito Sur de Nueva York, que lo pide por el delito de apoyo a organizaciones terroristas y por tráfico de estupefacientes.

Poco cambiará con captura de ‘Otoniel’

Estados Unidos y Colombia ofrecían recompensas por su ubicación, que superaban los 5 millones de dólares, y que, de acuerdo con el director de la Policía, general Jorge Luis Vargas, serán entregados a gente que “traicionó” a ‘Otoniel’, lo que terminó con su captura. Recluido en un calabozo de Bogotá, espera su entrega a la justicia estadounidense. En Colombia tiene 128 órdenes de captura por narcotráfico y reclutamiento de menores, entre otros delitos.

Desde hace meses, ‘Otoniel’ era acosado por las autoridades en una zona selvática, durmiendo a la intemperie y forzado a reemplazar sus teléfonos por correos humanos. Pero al fin cayó en manos de las autoridades, como otros tantos. Sin embargo, después de cinco décadas de feroz persecución, con miles de muertos entre policías, civiles y narcotraficantes, Colombia sigue siendo el mayor exportador de cocaína y Estados Unidos el principal consumidor.

Ningún analista cree que esto cambiará por la salida de un capo. El Clan del Golfo mantiene el control de la frontera colombo-panameña, una ruta clave para el contrabando de cocaína hacia Estados unidos. Y otros grupos armados continúan su expansión en las regiones apartadas donde se cultiva la hoja de coca, principal ingrediente de esta droga estimulante.

Duque, que dejará el poder en 2022, no ha conseguido reanudar las fumigaciones con glifosato sobre los sembradíos de coca, que son su principal apuesta en la lucha antidrogas y fueron suspendidas por la justicia en 2015 ante riesgos para la salud y el ambiente.

Con el arresto de ‘Otoniel’, el Gobierno logra “un golpe de opinión […] en medio de una crisis de seguridad, de masacres…“, que atribuye a las bandas armadas del narco, señala Ávila.

El narcotráfico es un negocio en alza

‘Otoniel’ es el más reciente caso en una larga lista de barones colombianos de la droga descabezados después de Escobar. El gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010) desmovilizó y extraditó a Estados Unidos a varios jefes paramilitares vinculados al narcotráfico.

El hermano mayor de Úsuga, Juan de Dios, ascendió entonces como nuevo barón del negocio y Otoniel lo sucedió luego de su muerte en un combate con la policía en 2012. Pero el narcotráfico colombiano apenas ha sentido los golpes: el año pasado el país registró cifras récord de cultivos (245.000 hectáreas) y producción (1.010 toneladas) de cocaína, según la Casa Blanca.

Con ‘Otoniel’ apresado, se perfilan dos posibles sucesores: “El primer caso es el de [alias] ‘Chiquito Malo’“, que lidera las redes del clan en la región de Urabá, Antioquia, cerca de Panamá, explicó en Caracol Radio el también investigador del conflicto Esteban Salazar. “El otro que está llamado a este espacio es alias ‘Siopas’, que viene de delinquir 15 años con ‘Otoniel'”.

Aparte del Clan, la fuerza pública también enfrenta a la última guerrilla reconocida de Colombia, el Eln, y a rebeldes que se apartaron del pacto de paz firmado con las Farc en 2016 conocidos como “disidentes”. Según Indepaz, ambos grupos suman casi 8.000 combatientes y se disputan las rentas del narco y la minería ilegal.

El Clan del Golfo sigue firme en sus dominios

Mientras su máximo líder huía en la selva, el Clan del Golfo, formado por los remanentes de los paramilitares de extrema derecha que sembraron el terror en los años noventa con su lucha antiguerrillera, seguía firme en sus dominios.

Esa organización criminal cuenta con un pie de fuerza de unos 1.600 delincuentes y comete sus fechorías en casi 300 municipios, según el centro de estudios independiente Indepaz. La banda controla rutas para exportar droga a Centroamérica y se lucra también con el multitudinario tráfico de migrantes por la frontera con Panamá hacia Estados Unidos.

“Es una organización muy descentralizada”, con cinco mandos y una red regional de operaciones, comentó Ávila, enfatizando que la detención de Úsuga “no cambia mucho el negocio”.

William Muñoz, presidente de la Asociación de Campesinos del Bajo Cauca dijo, citado por Caracol Radio, que la banda criminal va a seguir delinquiendo y cometiendo actos criminales con o sin el cabecilla alias ‘Otoniel’. Agregó que esa subregión, que ha sido dominada históricamente por esa organización criminal, no se va a pacificar ni tampoco se van a terminar las amenazas, los desplazamientos ni homicidios contra la población civil. También dijo que en esa región algunos jefes ordenan crímenes sin consultarle al cabecilla.

Otras voces advierten sobre una posible escalada violenta por ocupar el lugar de ‘Otoniel’ en el clan, conocido también como Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC). Él “unificaba a sectores muy fraccionados. A menudo, las grandes capturas llevan a luchas por el control“, advirtió en Twitter Elizabeth Dickinson, investigadora de la ONG Crisis Group.

Esto no detiene en nada la crisis de seguridad que vive Colombia: el Eln crece, las disidencias crecen [y] la economía del narcotráfico está en auge”, sentenció Ávila.

Pero hay algo que sí es cierto, como lo destacó el presidente Duque: la captura de ‘Otoniel’ (así como la muerte de Escobar) envía un mensaje claro a los delincuentes: si no desisten de sus acciones, van a terminar, en todo caso, tras las rejas o muertos.