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Un reciente hecho ocurrido en Bogotá puso en evidencia la determinación de las autoridades distritales en la defensa del espacio público y el fortalecimiento de la cultura ciudadana frente al manejo de residuos. El incidente fue registrado en video en la concurrida Avenida Novena, cerca de la salida hacia la calle 100, en Chapinero, donde se captó a un ciudadano arrojando basura en un lugar no autorizado. La reacción de la Alcaldía, liderada por Carlos Fernando Galán, y la actuación conjunta de la Secretaría de Ambiente y la Policía Metropolitana, demuestran su compromiso por sancionar estas conductas y proteger la sostenibilidad ambiental en la ciudad, tal como informaron medios locales y la propia Alcaldía Mayor.
La evidencia fílmica permitió identificar rápidamente al responsable, gracias a la lectura y rastreo de las placas del vehículo involucrado. Este seguimiento, realizado en coordinación entre la Secretaría de Ambiente y la Policía Metropolitana, culminó en una visita domiciliaria para verificar la responsabilidad del infractor y activar el proceso sancionatorio correspondiente. Los voceros de la Alcaldía subrayaron que este operativo se enmarca dentro de una política de tolerancia cero frente a acciones que deterioran el entorno urbano y ponen en riesgo la salubridad pública.
Las sanciones impuestas se fundamentan principalmente en la Ley 2387 de 2024, que en Colombia regula de manera estricta la disposición de residuos. Arrojar basura en puntos no habilitados constituye una infracción grave que podría acarrear multas de hasta 100.000 salarios mínimos mensuales legales vigentes. A esto se suma lo dispuesto en la Ley 1801 de 2016 o Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana, que contempla multas específicas de hasta $759.200. Para el caso particular de Bogotá, la Secretaría de Movilidad impuso una sanción adicional cercana a los $604.100 por estacionar en un lugar prohibido. Este conjunto de infracciones ilustra la magnitud del castigo económico al que pueden enfrentarse los infractores y busca desalentar la contaminación ambiental en la capital, según datos oficiales de la Alcaldía y la Policía local.
En el contexto internacional, Bogotá sigue la tendencia de otras grandes urbes como Buenos Aires y Ciudad de México, las cuales han fortalecido sus mecanismos de control para la gestión de residuos a través de multas ejemplares y educación ambiental, apoyándose en tecnología de vigilancia digital, tal como reportó El País (España, 2024) y la Secretaría del Medio Ambiente de Ciudad de México. Estas medidas son parte de una estrategia más amplia para mitigar los impactos ambientales y proteger la salud pública, en sintonía con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que destaca la importancia del manejo adecuado de residuos sólidos, según su informe de 2023.




De acuerdo con expertos ambientales y declaraciones de la Asociación Nacional de Recicladores de Colombia, la gestión integral de residuos no solo pasa por la imposición de sanciones. Resulta igualmente relevante el trabajo con organizaciones de recicladores, la educación ciudadana y la formalización del reciclaje, temas discutidos durante las visitas coordinadas por la Secretaría de Ambiente. En el caso documentado, se advirtió además la prohibición de clasificar residuos en espacios públicos para evitar sanciones, reflejando el reto de equilibrar el apoyo a recicladores con la necesidad de mantener el orden y la salubridad urbana.
El impacto de la denuncia y la evidencia audiovisual fue inmediato y efectivo, destacando el papel del periodismo de investigación y el seguimiento ciudadano en la visibilización y resolución de estas problemáticas. La transparencia, el acceso a la información verificada y la consulta a diversas fuentes fortalecen la confianza pública y el compromiso institucional en la protección del entorno, como ha señalado la comunicadora María Teresa Ronderos, especialista en medios y verificación de información.
La política pública impulsada por la Administración Distrital, centrada en sanciones, campañas de sensibilización y fortalecimiento normativo, representa un avance significativo en la consolidación de una ciudad más limpia, segura y sostenible. Transformar los hábitos ciudadanos es clave para preservar la calidad de vida y la convivencia en Bogotá, donde el espacio público constituye un bien colectivo fundamental para actuales y futuras generaciones.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Qué acciones están implementando otras ciudades latinoamericanas para controlar la disposición inadecuada de residuos?
Esta pregunta es relevante porque, en el contexto de la creciente urbanización en América Latina, la gestión de residuos se ha convertido en un desafío común para diversas metrópolis. Ciudades como Buenos Aires y Ciudad de México han establecido sanciones monetarias severas y campañas de concientización ciudadana, enfocándose en la creación de sistemas eficientes de recolección y reciclaje, así como en el uso de tecnología para vigilar y sancionar comportamientos indebidos. Estas experiencias ofrecen aprendizajes valiosos y modelos que pueden adaptarse en Bogotá y otras capitales de la región.
Además, la cooperación entre gobiernos locales, organizaciones de recicladores y la ciudadanía ha sido crucial para avanzar en políticas más inclusivas y sostenibles. La comparación internacional permite entender que las mejores prácticas involucran no solo la imposición de multas, sino también la educación ambiental y la integración de sectores vulnerables que tradicionalmente han participado en el reciclaje informal.
¿Qué riesgos para la salud pública conlleva la disposición inapropiada de basura?
La inquietud sobre los riesgos sanitarios es fundamental, dada la incidencia directa que tiene la basura en espacios públicos sobre la salud de la población. La acumulación de residuos puede bloquear desagües, contaminar cuerpos de agua y propiciar la proliferación de plagas y vectores de enfermedades —como mosquitos y roedores—, lo que incrementa la incidencia de infecciones y problemas respiratorios, según informes de la OMS.
Comprender estos riesgos impulsa la adopción de comportamientos responsables tanto a nivel individual como colectivo, y subraya la importancia de las políticas públicas centradas en la prevención, la correcta disposición de residuos y la promoción de ambientes urbanos saludables. De este modo, el control sobre la manera en que se desechan residuos no solo tiene un sentido ambiental, sino también una función esencial en la protección de la salud pública.
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