Bogotá cuenta con un espacio de información muy completo donde la ciudadanía, residentes y extranjeros pueden consultar la información que les interesa sobre Bogotá, su historia, sus localidades, la gestión y principales noticias de la Administración Distrital.
El 16 de octubre de 2025, Bogotá afrontó una jornada marcada por intensas lluvias y una contundente granizada, especialmente en las localidades de Suba y Usaquén. Las precipitaciones ocasionaron daños en las redes de alcantarillado y provocaron encharcamientos en varios sectores, según lo reportado y monitoreado por el Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (IDIGER) junto con otras entidades de la Administración Distrital. A pesar de la magnitud del evento, no se registraron situaciones de emergencia que ameritaran la intervención de organismos adicionales, lo que subraya la capacidad de respuesta y coordinación entre las instituciones locales en la gestión de estos eventos. Sin embargo, este episodio volvió a poner sobre la mesa la relevancia de la gestión integral del riesgo, así como la urgencia de fortalecer la comunicación con la ciudadanía durante la segunda temporada de lluvias en la capital colombiana, según el IDIGER.
De acuerdo con los análisis climáticos oficiales, esta temporada se caracteriza por un aumento tanto en la frecuencia como en la intensidad de las lluvias. El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (IDEAM) sostiene que estos patrones obedecen tanto a cambios climáticos globales como al crecimiento acelerado de la ciudad sin el respaldo de planes de drenaje adecuados. El IDEAM advierte, además, que la vulnerabilidad de Bogotá podría incrementarse en la próxima década, especialmente en zonas históricamente propensas a problemas de desalojo pluvial como Suba y Usaquén, si no se ejecutan acciones preventivas y correctivas.
En ese contexto, la labor del IDIGER adquiere mayor relevancia, pues no solo gestiona incidentes inmediatos sino que también enfatiza la prevención a largo plazo. Entre sus recomendaciones figura la inspección periódica de cubiertas, la importancia de evitar la acumulación de residuos en alcantarillas y la identificación de zonas de riesgo, medidas que, según la entidad, ayudan a reducir considerablemente el impacto de eventos climáticos adversos. La gestión preventiva y la participación activa de la comunidad son pilares de la política pública distrital para afrontar las lluvias y sus consecuencias.
Al mirar experiencias de otras ciudades de América Latina, como Medellín y Ciudad de México, se observa cómo la tecnología y la educación ciudadana han sido aliadas efectivas. Sistemas de alerta temprana basados en monitoreo en tiempo real y campañas permanentes han disminuido daños y víctimas, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El informe del BID sugiere que Bogotá debería apostar por la integración de estas prácticas y fortalecer la coordinación interinstitucional para enfrentar con mayor eficacia los retos asociados a fenómenos climáticos de esta naturaleza.




La discusión sobre el impacto de las lluvias intensas también ha estimulado el debate en torno a las políticas urbanísticas sostenibles. La Fundación Natura ha subrayado la necesidad de promover infraestructura verde —como parques absorbentes y sistemas pluviales naturales— para combatir la impermeabilización del suelo urbano y desarrollar una resiliencia climática efectiva. Estas propuestas están en línea con experiencias internacionales que Bogotá podría adoptar en el corto y mediano plazo.
Por último, la transparencia y rapidez en la comunicación ciudadana se han potenciado mediante canales digitales y redes sociales. Ejemplo de esto fue la campaña del IDIGER en la plataforma X, que permitió la recolección rápida de reportes comunitarios y mejoró la capacidad de respuesta de las autoridades. No obstante, el reto de combatir la desinformación persiste y exige compromiso ético tanto de los medios tradicionales como de los organismos oficiales, según análisis del Reuters Institute.
En síntesis, el episodio de lluvias y granizadas del 16 de octubre revela las complejas dinámicas entre el clima, el desarrollo urbano y la gestión pública en Bogotá. El fortalecimiento de las acciones preventivas, junto con la adopción de modelos exitosos y la implicación ciudadana, resultan fundamentales para afrontar los desafíos que imponen las temporadas de lluvias actuales y futuras en la ciudad.
¿Qué acciones puede tomar la ciudadanía en Bogotá para reducir los riesgos durante la temporada de lluvias? La pregunta surge por la repetida recomendación de autocuidado llevada a cabo por instituciones como el IDIGER, que resalta la revisión de techos, la limpieza de desagües y la responsabilidad de no arrojar desechos en la vía pública. Comprender la importancia de estas acciones ayuda a dimensionar cómo cada persona puede contribuir a mitigar el impacto de las lluvias y prevenir situaciones de emergencia a nivel local. Además, se relaciona con la necesidad de un cambio cultural y hábitos cotidianos para fortalecer la resiliencia colectiva.
¿Qué significa infraestructura verde y cómo puede ayudar a mitigar los efectos de las lluvias intensas en ciudades como Bogotá? Dado que la Fundación Natura y organismos internacionales mencionan repetidamente el término en el contexto de la gestión de lluvias, surge la inquietud por entender en qué consisten estos proyectos. La infraestructura verde hace referencia a sistemas como parques absorbentes y soluciones basadas en la naturaleza que permiten disminuir la impermeabilidad urbana y gestionar el agua de lluvia de manera más eficiente. Informarse sobre estos conceptos permite valorar la importancia de políticas urbanas sostenibles como estrategia clave frente al cambio climático y fenómenos extremos.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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