La Plaza de San Victorino es uno de los lugares más reconocidos de la ciudad de Bogotá y punto de referencia para cientos de transeúntes. Sin embargo, lo que se suponía era un homenaje creado por el maestro Édgar Negret se convirtió en el punto de encuentro de los crímenes más atroces y depravados de la ciudad.

No solo hablamos de robos y venta de drogas: en este lugar se vela prostitución, prostitución infantil y trata de blancas. Conocida como la Plaza de la Mariposa, que fue recuperada en la primera alcaldía de Enrique Peñalosa, no es un lugar propicio para el turismo o siquiera para visitarlo sin conocer una de las caras de esta ciudad.

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Así funciona el delito en el monumento en donde cada una de sus esquinas está repartida de la siguiente forma:

En una esquina se negocia todo tipo de prostitución, incluso algunas estudiantes universitarias se sientan ahí para vender su cuerpo por algunos pesos. En otra se negocian documentos falsos como diplomas y actas, entre otros; en la otra esquina es el encuentro de los jíbaros y la venta de drogas, y en otra esquina están los ladrones que no pierden oportunidad.

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Además de todo esto, se convirtió en un baño público para habitantes de calle y el lugar en donde los delincuentes se camuflan para cometer cientos de atrocidades. Si bien se ha intentado recuperar esta zona varias veces ha sido casi imposible, pues el delito vive allí.

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A la vista de todos los bogotanos está este lugar en donde se encuentra cualquier cosa y es el centro del hampa y de las depravaciones más horribles que se le puedan pasar por la cabeza.