Durante los años veinte en Bogotá se vivió el boom de la apertura de los teatros. Los ciudadanos encontraron en estos espacios un lugar de esparcimiento y diversión. Uno de los teatros que abrió sus puertas en esa época fue el teatro ‘Faenza’ y de inmediato se convirtió en el punto de reunión de la crema y nata capitalina.

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Por supuesto, el Faenza, que aún es un emblema de la ciudad, rompió con todos los estándares, incluso arquitectónicos, y en sus años más gloriosos se presentó el mismísimo Carlos Gardel. Para los años setenta, cuando el teatro decayó un poco, se empezó a rodar cine rojo y “snuff”, y fue ahí donde surgió la leyenda urbana.

Cuando empezaron a rodarse estas películas empezó a relucir el nombre de Manuel Chaparro quien era la persona que al parecer dirigía estas películas de cine “snuff”, que se caracteriza por recrear crímenes reales.

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Hace algunos años, la revista Shock decidió entrevistar a varias personas que trabajaron en el teatro en esa época y ellos aseguraron que las muertes y la sangre, con la que quedaba salpicado hasta el camarógrafo, eran reales y que el teatro sí fue un lugar de encuentro para los amantes de este tipo de cine.

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Se dice incluso que para el año 2004, cuando iniciaron la reconstrucción del Teatro que ahora pertenece a la Universidad Central, se encontraron rastros de sangre y tortura en su sótano. Si bien el Faenza aún goza de su popularidad y su historia es única entre los capitalinos, desde siempre lo ha rodeado esta leyenda urbana.