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Este artículo fue curado por Andrea Castillo   Ago 26, 2025 - 11:40 am
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El asesinato del veterinario Niber Avendaño Patiño en la vereda La Cejita de Santa Rosa de Osos, ocurrido el sábado 23 de agosto, ha agitado las fibras sociales en el norte de Antioquia y en todo el sector rural colombiano. Avendaño, reconocido por su labor profesional y su entrega a las comunidades agropecuarias de la región, perdió la vida tras ser engañado con un falso llamado de servicio veterinario. Según la información compilada por el Observatorio de Seguridad Rural de Antioquia, acudió acompañado de un colega, quien logró huir cuando hombres armados interceptaron el vehículo con supuestas intenciones de secuestro, mientras él fue asesinado en el lugar. San Pedro de los Milagros, municipio natal del veterinario, respondió con una multitudinaria velatón en la que participaron familiares, amigos y autoridades locales, expresando su dolor y exigiendo justicia, mientras otros alcaldes del área manifestaron su repudio ante el crimen.

El caso de Avendaño trasciende la anécdota individual; refleja una problemática más amplia que aqueja a los trabajadores de entornos rurales en Colombia, especialmente en zonas marcadas por la presencia de actores armados ilegales. En los últimos cinco años, las cifras recabadas por la Gobernación de Antioquia muestran un aumento progresivo de ataques contra servicios esenciales, donde la labor de veterinarios y médicos se ve frecuentemente amenazada. Este deterioro de la seguridad impacta directamente en la economía agropecuaria, pilar fundamental para la región y el país.

La persistencia de la criminalidad en Santa Rosa de Osos y municipios aledaños tiene raíces estructurales. El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ) sostiene que históricamente estos territorios han sido escenario de disputas por rutas del narcotráfico y otras economías ilegales, lo que facilita condiciones de violencia e inseguridad para la población civil, incluyendo organizaciones campesinas y profesionales rurales. Pese a los esfuerzos estatales, la falta de presencia institucional efectiva ha dejado a estas comunidades particularmente vulnerables a los riesgos de extorsión, secuestro y homicidio.

La investigación judicial, a cargo de la Fiscalía General de la Nación, se encuentra en curso, aunque informes de Human Rights Watch advierten que la impunidad persiste como un reto mayúsculo en crímenes cometidos en zonas apartadas. Esta situación obliga a mirar de manera integral los factores que han incidido en la vulnerabilidad de quienes ejercen oficios esenciales, como el de Avendaño, y a reconocer el papel fundamental de los profesionales en el desarrollo rural.

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Para el gremio veterinario, lo sucedido pone de manifiesto la urgente necesidad de establecer mayores garantías de seguridad, como lo ha expresado la Asociación Colombiana de Veterinarios. Las manifestaciones ciudadanas, entre ellas la velatón en San Pedro de los Milagros y los comunicados oficiales, muestran el respaldo social a la labor silenciosa y a menudo riesgosa de estos trabajadores, y evidencian la exigencia de respuestas institucionales ante la escalada de violencia.

Finalmente, expertos en periodismo investigativo, como la Fundación Gabo y la LatAm Journalism Review, recomiendan que fenómenos como el vivido en Antioquia se documenten rigurosamente a través de fuentes primarias, uso de estadísticas oficiales y testimonios directos, para retratar el impacto y las posibles vías de solución que demanda una crisis estructural. El asesinato de Niber Avendaño, lejos de ser solo una tragedia aislada, ilumina un entramado de amenazas que incide profundamente en la vida y el desarrollo de las zonas rurales de Colombia.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Qué medidas existen para proteger a profesionales de la salud rural en Antioquia?

La protección de médicos, veterinarios y otros trabajadores rurales ha sido motivo de debate en los últimos años tras el aumento de episodios violentos. La Gobernación de Antioquia, desde su Observatorio de Seguridad Rural, ha propuesto la creación de corredores seguros y la mayor presencia de la fuerza pública en áreas críticas; sin embargo, organizaciones civiles han señalado que estas acciones son insuficientes debido a la magnitud territorial y la capacidad limitada de vigilancia estatal. La Asociación Colombiana de Veterinarios insiste en la urgencia de protocolos específicos y acompañamiento institucional para evitar nuevos casos de violencia en su gremio.

La dificultad en la implementación de estas medidas reside en la complejidad geográfica y social de las zonas rurales, donde la movilidad reducida, las vías de comunicación precarias y la baja presencia institucional incrementan la vulnerabilidad de quienes cumplen funciones sociales claves. Además, la denuncia y acompañamiento a las víctimas muchas veces se ven restringidos por temor o por falta de mecanismos de protección eficaces y sostenibles en el tiempo.

¿Qué significa la impunidad en crímenes rurales y cómo afecta a las comunidades?

La impunidad hace referencia a la ausencia de condenas o la falta de esclarecimiento en los crímenes cometidos, fenómeno especialmente acentuado en zonas rurales de Colombia. Según reportes de Human Rights Watch, la poca capacidad investigativa y judicial en regiones apartadas permite que los responsables de homicidios, secuestros y amenazas contra líderes y profesionales rurales no sean judicializados, perpetuando el ciclo de violencia.

Esta situación afecta directamente la confianza colectiva en las instituciones y desmotiva la denuncia, favoreciendo el silenciamiento y el éxodo de profesionales y líderes sociales. Así, la impunidad no solo representa una deuda con la justicia, sino que mina la esperanza de cambio y estabilidad para quienes habitan y trabajan en el campo colombiano.

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