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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 3, 2025 - 2:52 pm
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La reciente alerta por la temporada de lluvias en Caldas durante septiembre y lo que va de octubre de 2025 ha puesto en evidencia un aumento del 0,5% en las precipitaciones en comparación con el mismo periodo del año anterior, de acuerdo con la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres (UGRD) y el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM). Aunque este incremento puede parecer menor, sus efectos han sido significativos: ya se han registrado 18 emergencias, con cinco familias directamente afectadas, seis personas heridas, 21 viviendas dañadas—de las cuales dos fueron totalmente destruidas—y el cierre o daño considerable de siete carreteras. Las zonas más impactadas incluyen las subregiones de Magdalena caldense, Bajo occidente, Samaná, Pensilvania y el norte de Caldas.

La importancia de esta alerta se sitúa más allá de los números. El principal riesgo radica en la saturación del suelo, una condición que, según el ingeniero Ronald Ramiro Polanía de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo (UNGRD), incrementa la amenaza de deslizamientos e inundaciones repentinas. El fenómeno no solo implica mayor cantidad de agua, sino el peligro acumulativo que surge después de semanas de lluvias continuas, donde incluso un aumento leve en las precipitaciones puede traducirse en situaciones críticas para las comunidades locales.

Por su parte, el IDEAM ha reportado en sus estudios recientes una tendencia al aumento progresivo de lluvias en la región andina, que responde a la interacción de fenómenos climáticos globales y factores locales. Estos informes señalan que los cambios en los patrones de precipitación, asociados al calentamiento global, están volviendo más frecuentes e intensos los episodios de lluvias en áreas montañosas como Caldas. Esto incrementa notablemente la vulnerabilidad de la infraestructura y de los asentamientos rurales, según los análisis comparativos realizados por el propio IDEAM en 2025.

Otro aspecto fundamental es el agravante representado por la deforestación y el manejo inadecuado del suelo. El Observatorio de Gestión del Riesgo de Desastres advierte que las zonas más golpeadas por las emergencias coinciden con áreas de fuerte pendiente y alta actividad agrícola, donde la reducción de la cobertura boscosa eleva la exposición a eventos peligrosos. Esta situación evidencia la necesidad de fortalecer tanto la capacidad de respuesta ante desastres como la gestión sostenible del territorio.

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Ante este panorama, las autoridades recalcan la importancia de que las comunidades organizadas actualicen y robustezcan sus planes de emergencia. Paula Villamil, directora regional de la UGRD, sostiene que es crucial mantener la información oficial como fuente prioritaria y redoblar la vigilancia en áreas cercanas a cuerpos de agua y laderas. Las recomendaciones se alinean con estudios de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los cuales insisten en la necesidad de estrategias integrales que combinen sistemas de alerta temprana, educación y mejoras en infraestructura para reducir impactos adversos en el futuro.

Especialistas en cambio climático de la Universidad Nacional de Colombia remarcan que, ante la creciente frecuencia de estas temporadas lluviosas, las acciones deben ir más allá de la respuesta inmediata. La planificación de largo plazo —basada en la reforestación, educación ambiental y ordenamiento territorial— emerge como el camino para disminuir la vulnerabilidad de los ecosistemas y la población. En suma, la situación vivida en Caldas refleja cómo desafíos globales exigen respuestas colaborativas e informadas a nivel local, resaltando la importancia crucial de la prevención colectiva y la gestión adecuada de la información oficial.

¿Cómo contribuye la deforestación al aumento del riesgo de desastres en temporadas de lluvias? La pérdida de cobertura boscosa tiene repercusiones directas sobre la capacidad del suelo para absorber agua y protege contra la erosión. El Observatorio de Gestión del Riesgo de Desastres ha identificado que, en zonas donde la deforestación avanza, el riesgo de deslizamientos e inundaciones aumenta considerablemente, especialmente en áreas de alta pendiente. La vegetación actúa como un mecanismo natural que estabiliza los suelos y disminuye la velocidad del escurrimiento del agua.

Cuando los árboles son eliminados, el suelo tiene menos capacidad de retener agua, lo que lleva a una mayor saturación y facilita la ocurrencia de emergencias, como las reportadas recientemente en Caldas. Por ello, la reforestación y el manejo ambiental adecuado son fundamentales para reducir la vulnerabilidad y el impacto de eventos extremos de lluvia.

¿Qué es el IDEAM y cuál es su función principal frente a amenazas climáticas? El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) es la entidad técnica encargada de monitorear y analizar las condiciones hidrológicas, meteorológicas y ambientales en Colombia. Según reportes oficiales, su papel es crucial en la vigilancia de fenómenos como temporadas de lluvias, pues elabora pronósticos y emite alertas que ayudan a las autoridades y a la población a prepararse ante posibles desastres.

Gracias al IDEAM, los gobiernos locales y entidades de gestión del riesgo pueden anticipar temporadas peligrosas, adaptar sus protocolos y desarrollar planes de contingencia basados en información científica, garantizando así una respuesta más eficaz y oportuna ante emergencias climáticas.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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