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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Oct 4, 2025 - 1:00 pm

Esta semana cumplió su primer año de gobierno Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta y de izquierda de México. Su figura desde el norte del continente se empieza a proyectar con fuerza a toda la región por el tipo de liderazgo que ejerce y por la manera de relacionarse con el impredecible y siempre explosivo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El talante y compostura de la mandataria eclipsa a otros jefes de Estado latinoamericanos de izquierda que, solo en ese aspecto, se caracterizan por la falta de tacto e inteligencia.

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Si bien Sheinbaum completa esta primera etapa de su sexenio chuleando varias tareas cumplidas y con otras pendientes, es claro que se ha destacado y obtenido sus mayores logros en seguridad, además de la forma de capotear a Trump. Los dos hechos están intrínsecamente relacionados y llama la atención que en el primero de ellos la presidenta mexicana se haya apartado de la muy criticada línea que impulsó su predecesor y mentor, Andrés Manuel López Obrador, de abrazos y no balazos (para muchos, emulada en Colombia), que permitió el fortalecimiento de las organizaciones criminales.

En este aspecto, la líder de izquierda mexicana sí decidió fortalecer la inteligencia de sus fuerzas armadas. La valiosa información obtenida por esta preciada arma de las autoridades le ha permitido a su gobierno dar duros golpes a la delincuencia organizada, especialmente a los carteles del narcotráfico que mantienen atenazado al país. No los ha derrotado, y aún le faltan cinco años de gobierno para terminar el trabajo, pero ha comenzado a dar pasos claros en procura de ese objetivo, algo que ha sabido aprovechar también para negociar con su exigente vecino del norte.

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De hecho, esta actitud puede considerarse una respuesta a las exigencias que le hiciera el presidente Trump so pena de imponerle a México elevados aranceles. La amenaza no se ha disipado y puede que, a instancias del temperamental mandatario estadounidense, se agudice en noviembre próximo cuando termine la moratoria de 90 días obtenida por Sheinbaum. Y la razón es simple: Washington, marcado de desconfianza por lo que pasó en México en los seis años de gobierno de López Obrador, también busca aplicar al pie de la letra la consigna ‘Maga’ de su jefe (‘Make America Great Again’).

Presidenta de México da cátedra de pragmatismo político al tratar con Trump

La papa caliente del norte con la que está lidiando Sheinbaum le permite también dar cátedra de ‘realpolitik’, es decir, de esa diplomacia basada principalmente en consideraciones realistas y pragmáticas, y no en aspectos o premisas ideológicas, entre otras. Sheinbaum no se ha puesto ante Trump como banderillero frente a toro enfurecido. Inteligente, prudente y paciente, ella ha protegido la dignidad mexicana y manejado con cautela las complejas relaciones con el presidente estadounidense.

No se ha puesto en el lugar de víctima del imperio, y, por el contrario, se ha dedicado a obtener resultados, aunque en la escena internacional se le ha calificado de tibia debido a que tomó mucho tiempo para pronunciar la palabra genocidio a la hora de calificar lo que está haciendo Israel en Gaza; no asistió a la pasada Asamblea General de la ONU y se espera que tampoco vaya a la reunión del G20 en noviembre. No se comporta como una activista radical y parece que quiere navegar, como quien dice, sin mayores riesgos, entre Escila y Caribdis (esos dos monstruos marinos de la mitología griega entre los cuales debían remar quienes buscaban atravesar el estrecho de Mesina, casi siempre sin lograrlo).

Sus maniobras, al menos frente a Estados Unidos, parece que le están dando frutos. “No hay gobierno que esté cooperando con nosotros más en la lucha contra la criminalidad que el gobierno de México”, reconoció el secretario de Estado, Marco Rubio, cuando registró la entrega de 55 narcos mexicanos a las autoridades estadounidenses. En su lucha contra el narco, durante la administración de Sheinbaum se han multiplicado las incautaciones de drogas y de precursores para la elaboración de sustancias sintéticas, así como la destrucción de plantíos y de narcolaboratorios.

Pero hay números que, sin embargo, opacan su gestión en términos de seguridad. Por ejemplo, aunque hace pocos días la mandataria sacó pecho por la reducción en las cifras de homicidios, hay quienes atribuyen eso, no a la acción de las autoridades, sino a ‘narcoacuerdos’ a los que han llegado los grupos criminales en distintos estados mexicanos. Y, pese a su férrea defensa de las mujeres (repite con frecuencia: “Aquella frase de ‘calladita te ves más bonita’, ¡en México ya no!”), según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de México, cada día del 2025 se han registrado en promedio 1,8 feminicidios en el país. En total, las autoridades documentaron 444 casos de feminicidio en México entre enero y agosto de este año. En los estados de México y Chihuahua es en donde más se reportan.

Además, en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, se reportaron 13.547 desapariciones, un fenómeno atribuido al reclutamiento forzoso y la guerra entre los carteles de las drogas. La tendencia en este indicador es al alza porque en 2024 las víctimas de desaparición fueron 13.106, y en el año 2023 fueron 10.315. Ese aterrador delito se le presenta a Sheinbaum como una bestia a la que no le ha podido torcer el pescuezo pues apacentó tranquila y se fortaleció en los campos de la débil política criminal de abrazos y no balazos de López Obrador.

Con todo —tanto por su desempeño dentro del país como por lo que hace en política exterior, especialmente frente a Estados Unidos—, diferentes encuestas sitúan el nivel de aprobación de Sheinbaum por encima del 70 %. Así avanza en la materialización de su lema de campaña (honestidad, amor al pueblo y resultados), pero sin ejercer el populismo ramplón que caracteriza a otros gobiernos de izquierda de la región. Gobierna casi que con rigor científico, con base en datos y hechos concretos, sobre los cuales exige resultados. Su figura le está dando al continente, y a los mandatarios de la izquierda populista, ejemplo de prudencia e inteligencia.

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Estados Unidos lanzó fuertes críticas al presidente Gustavo Petro durante la más reciente sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, en la que se presentó el informe trimestral sobre la paz en Colombia. El representante estadounidense, Mike Waltz, acusó al Gobierno de usar “retórica incendiaria” y de impulsar políticas que, según Washington, socavan los avances hacia una paz duradera. Además, cuestionó la ampliación del mandato de la Misión de Verificación, señalando que se ha desviado de su objetivo inicial —la desmovilización de las Farc— para centrarse en lo que calificó como “prioridades políticas excesivas”, como la JEP y el apoyo a minorías étnicas.

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