En París, centro neurálgico de las protestas más tensas en las últimas semanas, se contabilizaron unos 2.000 manifestantes, frente a los 4.000 del sábado 15, y se estimaron unos 24.000 en todo el país, frente a los 33.500 de hace una semana.

Las fuerzas del orden prácticamente no tuvieron que intervenir, aunque realizaron 109 detenciones, entre ellas la del considerado uno de los líderes del movimiento, el joven camionero Eric Drouet, que supuestamente portaba un arma prohibida.

La capital francesa, en plena temporada navideña, vivió en general una jornada mucho menos tensa que la de los últimos sábados, cuando las manifestaciones desembocaron en masivos arrestos, actos vandálicos y cuantiosos destrozos.

Para su protesta parisina, los ‘chalecos amarillos’ idearon una maniobra de despiste: anunciaron en Facebook una gran marcha en Versalles (oeste de París), pero se presentaron por sorpresa junto al Sagrado Corazón, en el barrio de Montmartre (norte de la ciudad).

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Con este movimiento, los participantes, ataviados con los simbólicos chalecos fluorescentes, forzaron a la policía a desplegarse rápidamente para acordonar la marcha, que descendió desde Montmartre hacia las inmediaciones del palacio presidencial del Elíseo.

Al constatar que no podían acercase a su objetivo por el cordón policial, los manifestantes se dispersaron por el centro de la ciudad.

Algunos marcharon de nuevo por los Campos Elíseos y junto al Arco del Triunfo -zonas en las que se registraron actos de vandalismo en anteriores protestas– y otros por la zona de los Grandes Bulevares.

Las diferentes marchas transcurrieron sin incidentes de relevancia.

Los integrantes del movimiento, que comenzaron a movilizarse hace cinco semanas contra alza del impuesto al carburante, dicen no estar satisfechos por las medidas anunciadas el 10 de diciembre por el presidente francés, Emmanuel Macron, quien prometió una subida del salario mínimo y una exoneración de impuestos de las horas extra.

Los activistas exigen un sistema basado en consultas populares, acabar con los privilegios de la clase política y piden la dimisión de Macron, al que culpan del empobrecimiento de las clases medias.