“Aquí enterramos unas 45 personas por día, pero en la última semana son de 12 a 15 más. Es mucho peor de lo que vemos en las noticias, esto es grave”, dijo a AFP un sepulturero que, en un lote del Vila Formosa I, cavaba fosas en fila para ser utilizadas al día siguiente.

Previendo el aumento de la demanda, la alcaldía contrató una empresa para reforzar con 220 empleados temporales los 22 cementerios de la red municipal, que por lo demás se vio obligada a recortar en 60 % su plantilla de 257 sepultureros por pertenecer a grupos de riesgo.

El Vila Formosa I, en la periferia de Sao Paulo, se extiende de forma interminable ante la vista. Se estima que en sus 750.000 metros cuadrados reposan los restos de 1,5 millones de personas.

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Una parte está cubierta de mala hierba; otra, dividida en lotes de tierra roja. De un extremo a otro, avanza un muro repleto de osarios con un sinfín de nombres y fechas.

En la tarde del 31 de marzo, los cajones se sucedían con tal rapidez que los sepultureros tuvieron que pedir unos minutos para terminar con un entierro antes de comenzar el siguiente.

Bajo un sol fuerte y un cielo limpio, se llevaron a cabo cuatro entierros en media hora en un único lote: tres casos sospechosos de COVID-19 y uno confirmado.

“Mi abuela estaba con los síntomas y se realizó el examen, pero el resultado demorará otras dos semanas”, dijo Ricardo Santos, que veló rápidamente y con pocos familiares a Regina Almeida, de 92 años.

En los cementerios, los sepultureros deben vestir trajes de protección blancos, máscaras y guantes. Con el sol a su máximo, algunos se retiran la parte superior del traje a ratos.

Desde que se abre la puerta del carro fúnebre hasta la colocación de la corona de flores sobre el túmulo ya recubierto de tierra, transcurren apenas seis minutos.

Las actas de defunción de todos los casos confirmados o bajo sospecha de coronavirus son etiquetadas como “D3”, lo que obliga a mantener el féretro cerrado, generando una despedida sin rostro y velorios sin abrazos y de menos de 10 personas.

Muchos asistentes llevan máscaras, alcohol y guantes.

El desfile de familiares entrando y saliendo no para. Algunos se despiden tocándose los codos. Otros no consiguen acatar las reglas de distanciamiento social en medio de la pérdida, y ante la incertidumbre de un diagnóstico se abrazan, diciendo “vamos, que esto es muy triste”.

A continuación puede ver fotos que se divulgaron del cementerio Vila Formosa I: