La primera economía del mundo ha fracasado en sus esfuerzos por controlar el coronavirus, que sigue expandiéndose rápidamente por el país y ya ha causado más de 346.000 muertes, el mayor balance nacional de fallecimientos.

Las esperanzas mundiales de que las vacunas contra el virus causante del COVID-19 traigan un rápido final para la pandemia en 2021 se han visto sacudidas por el lento comienzo del programa de inmunización en Estados Unidos, afectado por problemas logísticos y hospitales sobrecargados.

Casi 2,8 millones de estadounidenses han recibido ya las primeras vacunas, pero la cantidad está muy por debajo de las 20 millones de inoculaciones que había prometido la administración del presidente saliente, Donald Trump, para antes del final de 2020.

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Según la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos alcanzó un récord de muertes diarias el miércoles, con más de 3.900 fallecimientos por COVID-19 en 24 horas.

El presidente electo, Joe Biden, que asumirá el 20 de enero, criticó el problemático lanzamiento de las vacunas y rogó a los estadounidenses que lleven tapabocas.

Bajo la administración de Trump, las autoridades lanzaron frecuentemente mensajes encontrados sobre el porte de tapabocas, la eficacia de la distancia social y los confinamientos, mientras el mandatario minimizaba en múltiples ocasiones los riesgos del virus.

Pero en su mensaje de Fin de Año, Trump destacó que los “ciudadanos más vulnerables ya están recibiendo la vacuna, y millones de dosis están siendo distribuidas por todo el país”.

Todas las esperanzas en la vacunación

La carrera por vacunarse será tema primordial el año que arranca, mientras el coronavirus deja ya al menos 1,8 millones de fallecidos desde su aparición en China en diciembre de 2019, según el recuento realizado por la AFP con base en cifras oficiales.

La firma alemana BioNTech comunicó el viernes que trabajaba intensamente para aumentar la producción de su vacuna y cubrir así la escasez causada por la falta de otros inmunizantes aprobados en Europa.

Países como Reino Unido, Canadá y Estados Unidos dieron primero la luz verde para la vacuna de Pfizer-BioNTech y desde entonces también han autorizado los inmunizantes de la compañía estadounidense Moderna o de la alianza británica entre la Universidad de Oxford y AstraZeneca.