Apodado el ‘Carnicero de los Balcanes’, el exgeneral Ratko Mladic había apelado la condena en primera instancia de 2017 por, entre otros delitos, su papel en la masacre de Srebrenica de 1995, la peor en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

“La sala de apelación confirma la sentencia de cadena perpetua impuesta a Mladic”, declaró en un comunicado el Mecanismo de Tribunales Penales Internacionales (MPTI), que tomó el relevo al Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) de La Haya cerrado en 2017.

Su veredicto, pronunciado por los cinco jueces del MTPI, es definitivo y no admite apelación.

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La confirmación de la condena fue saludada por el presidente estadounidense Joe Biden, que la tildó de histórica, y la alta comisionada de Naciones Unidas para derechos humanos, la chilena Michelle Bachelet, que alabó “la determinación de la justicia internacional para hacer rendir cuentas”.

A la ciudad holandesa se habían desplazado varias madres de los 8.000 hombres y adolescentes musulmanes asesinados por las fuerzas serbiobosnias en Srebrenica en 1995.

Es un día histórico, no solamente para nosotras, las madres. También, para el conjunto de los Balcanes, Europa y el mundo“, declaró a la AFP, Munira Subasic, presidenta de una de las asociaciones de “madres de Srebrenica”.

Si sus abogados lo presentan como un anciano de cerca de 80 años con problemas de salud, para esta mujer, Mladic “es un monstruo que no se arrepintió de lo que hizo, incluso 26 años después”, indicó antes del veredicto.

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Detenido en 2011 después de 16 años en fuga y en custodia en La Haya desde entonces, el exgeneral conserva entre los serbios un aura de héroe, aunque su nombre está asociado a Srebrenica, el asedio de Sarajevo y otros crímenes en Bosnia.

En el Centro memorial del genocidio, cerca del lugar de la masacre de 1995, una pantalla gigante difundía este martes los testimonios de supervivientes y familias, cerca de un campo de placas funerarias blancas donde reposan los cuerpos de más de 6.600 víctimas identificadas.

“En vez de alegrarme con mis nietos, he venido aquí a llorar”, dijo Munevera Kabeljic, de 69 años, cerca de las tumbas de su marido y sus hijos matados con 17 y 20 años. “Lo que más duele es que nieguen el genocidio. Dicen que no se produjo, pero estas lápidas funerarias lo prueban”, añadió.

Fue el rostro militar de un trío brutal

Mladic, fue el rostro militar de un trío brutal dirigido en el lado político por el expresidente yugoslavo Slobodan Milosevic y el exlíder serbio bosnio Radovan Karadzic.

Milosevic murió de un ataque cardíaco en 2006 en una celda de La Haya antes de que concluyera su juicio, mientras que Karadzic cumple una sentencia de por vida por el genocidio en Srebrenica.

Mladic fue declarado culpable de genocidio por personalmente vigilar la mascare en el enclave de Srebrenica y por orquestar una campaña de “limpieza étnica” para expulsar a los musulmanes y bosnios, con miras a crear una Gran Serbia luego de la disolución de la entonces Yugoslavia.

Imágenes de la época lo muestran dándoles dulces a los niños antes de que ellos y las mujeres de Srebrenica fueran retirados del sitio en autobús, mientras los hombres eran ejecutados en un bosque.

Él defendió que se vio arrastrado a este conflicto, que causó alrededor de 100.000 muertos y 2,2 millones de desplazados, y sus abogados niegan cualquier relación entre su cliente y los crímenes que se le imputan.

Durante la vista de apelación, en agosto de 2020, Mladic aseguró que el tribunal era un “retoño de las potencias occidentales” y afirmó ser todavía “un objetivo de la alianza de la OTAN”.

El discurso cala entre los suyos. En un homenaje la víspera de serbiobosnios en Bratunac, a 50 km de Srebrenica, Vojin Pavlovic alababa su obra y lamentaba que “es suficiente ser serbio para ser condenado en La Haya”.