El emirato ha recibido multitud de críticas en los últimos años durante los preparativos para el Mundial 2022, desde cuestiones relacionadas con los Derechos Humanos a su balance medioambiental.

(Le puede interesar: Lionel Messi apareció arrunchado con trofeo del Mundial y puso a reír a más de uno)

En el otro plato de la balanza, Catar puede vanagloriarse del éxito organizativo del evento -con un coste estimado de 300.000 millones de dólares- y de las infraestructuras construidas.

Doha aspiró, sin ser elegida, a los Juegos Olímpicos de verano de 2016, 2020 y 2032. Catar planea diversificar su economía más allá de la energía y apunta para ello al deporte y al turismo, por lo que se estaría planteando una nueva campaña para 2036, según responsables deportivos.

“El Comité Olímpico Internacional (COI) no lo ha querido y creo que después del Mundial va a ser exactamente igual”, advierte Jean-Loup Chappelet, especialista del movimiento olímpico de la Universidad de Lausana.

(Lea también: Conducir un auto deportivo sobre el mar, la sensación entre turistas en Catar)

“Ante cualquier otra candidatura, Catar no tiene ninguna opción”, estima, subrayando que ahora “el COI busca evitar las inversiones que hagan dispararse los presupuestos” y la inscripción del respeto a los derechos humanos en el contrato de la ciudad anfitriona.

Lee También

En la región, Catar no es el único que sueña con ser sede olímpica. Turquía lo ha intentado cinco veces y Arabia Saudita contempla una doble candidatura para el Mundial de fútbol de 2030 y los Juegos Olímpicos de 2036, que no serán atribuidos antes de 2025, como muy pronto, señalan diversas fuentes.