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La inminente llegada al centenario de la Feria de Manizales confirma la relevancia de este evento como un espacio donde la belleza y las dinámicas sociales, culturales y económicas convergen de manera significativa. La reciente coronación de Geraldine Duque, representante de la comuna Nuevo Horizonte, no representa solo el triunfo individual de una candidata, sino también la integración de múltiples actores que definen la esencia del certamen: jurados con perfiles multidisciplinarios, diseñadores, participantes y una comunidad expectante, comprometida con la tradición y evolución de su feria más representativa.
El jurado de esta edición demostró la apertura del certamen a nuevas perspectivas, adhiriéndose a criterios actualizados de evaluación. Conformado por la periodista de moda Beatriz Arango, el presentador y periodista Luis Carlos Useche y la actriz y administradora Luisa González, el panel fue un reflejo de la intención organizadora de legitimar el proceso más allá de los convencionalismos del mundo del espectáculo. Según declaraciones recogidas por LA PATRIA, Arango enfatizó que el vestido y la presencia escénica son determinantes, planteando que la indumentaria debe ser una extensión no solo estética sino también narrativa de la candidata, sin eclipsar su esencia.
Se realizó un examen detallado de los atuendos de gala, donde aspectos como la originalidad, adaptación al entorno y sofisticación guiaron las decisiones. Daniela Bedoya de la Comuna Universitaria obtuvo el tercer lugar por un diseño que equilibraba sensualidad y sobriedad, mientras Salomé de los Ríos de la Comuna Tesorito destacó por una audaz pero contenida apuesta en el escote. Por otro lado, Geraldine Duque alcanzó el título de reina con un vestido de silueta “princesa”, única entre las finalistas, que fue definido por el jurado como una elección que transmitía seguridad y distinción, delineando el perfil de una candidata que aspiraba a más que solo el reconocimiento superficial.
No obstante, el veredicto final fue también el reflejo de una apuesta más amplia: la de buscar en la reina cualidades como el carisma, el liderazgo y la capacidad de servir como agente de cambio social. Como han señalado investigaciones de medios nacionales como El Tiempo, la presencia de proyectos sociales y pruebas de liderazgo en los procesos de selección es una tendencia creciente, evidenciando que los certámenes de belleza en Colombia evolucionan hacia estándares más exigentes y complejos.




A lo largo de su historia —según el Observatorio de Cultura Ciudadana de Caldas—, la Feria de Manizales ha sido testigo y protagonista de los cambios sociales de la región. Desde la inclusión progresiva de mujeres de variados estratos sociales hasta la expansión del evento hacia plataformas digitales, la feria ha logrado mantener su relevancia, consolidándose además como escenario de debates de equidad, inclusión y participación ciudadana. Estos aspectos, documentados por el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Colombia de 2023, subrayan que el rol de la reina puede impactar la percepción y representación de la mujer joven en espacios públicos y de toma de decisiones.
En síntesis, la elección de Geraldine Duque no solo marca un hito personal, sino que evidencia el proceso de transformación profunda de la Feria de Manizales. Este certamen, más allá de lo estético, se convierte en un espacio de encuentro entre tradición y modernidad, donde se valora la integridad, el carisma y el potencial de impacto social de las candidatas, reafirmando así la vigencia y el compromiso con la evolución cultural de la ciudad y el país.
¿Por qué la elección de la reina de la Feria de Manizales ha ganado importancia como plataforma social?
La creciente vinculación de la elección de la reina con temas de liderazgo, proyectos sociales y visibilidad comunitaria ha transformado la percepción tradicional de este certamen. Históricamente, las reinas eran vistas principalmente como símbolos estéticos; sin embargo, en los últimos años se les exige contribuir con iniciativas concretas que incidan en el desarrollo social y cultural de sus localidades. Este giro responde, según informes de medios nacionales y estudios como los del PNUD Colombia, a una demanda social por figuras públicas que, además de portadoras de la tradición, sean impulsoras de cambio y participación ciudadana.
Esta transformación permite que la elección trascienda el espectáculo y llegue a ser un espacio en el que las mujeres jóvenes no solo aspiran a un título, sino que adquieren responsabilidades y oportunidades para representar a su comunidad dentro y fuera de los escenarios. Tal rol se fortalece conforme aumenta la participación ciudadana y la visibilidad de temas relevantes como la equidad de género, haciendo de la feria una plataforma para el activismo y el empoderamiento femenino.
¿Cómo influyen los criterios de vestuario y presencia escénica en la valoración de las candidatas?
El vestuario y la presencia escénica han evolucionado como componentes esenciales en las evaluaciones del certamen, de acuerdo con declaraciones de expertos como Beatriz Arango recogidas por LA PATRIA. Anteriormente, la atención estaba puesta principalmente en el atractivo físico o en cánones tradicionales de belleza; no obstante, ahora se valoran aspectos técnicos del diseño, la capacidad del atuendo de adaptarse al contexto y su poder para destacar la personalidad de la candidata sin eclipsarla.
Esta valoración multidimensional promueve la creatividad de los diseñadores y exige a las candidatas un mayor dominio de la pasarela, así como habilidades comunicativas y de autogestión. La incorporación de jurados con experiencia más allá del mundo de la moda refuerza el rigor y objetividad en la evaluación, asegurando que los triunfos sean reflejo de un conjunto integral de atributos más allá de la apariencia.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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