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La segunda corrida del abono programada en el marco de la Feria de Cali 2025 se vio marcada por el desencanto y la desilusión. Este evento, que suele atraer a los aficionados taurinos con la promesa de grandes faenas y emotivas tandas de bravura, quedó deslucido principalmente por la presentación deficiente de los toros pertenecientes a la ganadería Campo Real. Según lo reportado, los ejemplares no solo estuvieron lejos de la categoría esperada para una plaza como Cañaveralejo, sino que manifestaron una notoria carencia de casta, condición indispensable para el desarrollo de la lidia.
Los encargados de enfrentarse a este reto —el español Román, el peruano Joaquín Galdós y el andaluz Javier Zulueta— tuvieron que luchar contra un ganado deslucido y escaso de bravura. Aunque el peruano Galdós consiguió extraer cierto brillo al evento logrando cortar una oreja y siendo ovacionado en otro de sus turnos, el resto de la tarde estuvo lejos de satisfacer al público. De hecho, la faena de Román quedó completamente condicionada por el lote recibido: animales carentes de fondo, mansos y faltos de presentación. Este contexto adverso fue imposible de revertir, incluso con la perseverancia del torero, cuyo paso por la espada se extendió hasta recibir dos avisos en cada uno de sus compromisos.
La tarde comenzó de la peor manera posible, con el primer toro mostrando todas las deficiencias que, a la postre, marcarían la corrida: debilidad, mansedumbre y falta de presencia. Galdós, insistente y hábil en su planteamiento, logró arrancar emociones y pasear una oreja tras ejecutar una estocada certera. Por su parte, Zulueta, debutante en Cañaveralejo, apenas pudo dejar destellos fugaces con el capote debido al comportamiento irregular y las medias embestidas de sus oponentes, lo que derivó en una actuación sin mayores recompensas y culminada por reiterados fallos con la espada.
La irrupción de los últimos ejemplares no aportó cambios sustanciales. Si bien el cuarto toro generó respeto de salida, terminó desinflándose en la muleta de Román, quien no pudo redimirse ante el desánimo del público. El esfuerzo por parte de Galdós tampoco fue suficiente para modificar la tónica dominante, pues aunque el quinto toro ofreció algo más de movilidad, no cumplió con las expectativas de una tarde señalada.
El cierre de la corrida, marcado por un sexto toro sin opciones y otro silencio en los tendidos, dejó claro que la falta de estructura y calidad del ganado empañó lo que ansiaba ser una fiesta de primer nivel en Cali. Este resultado, confirmado en la ficha técnica, detalló que todos los ejemplares de Campo Real estuvieron mal presentados y fueron, en su mayoría, mansos y anovillados. En consecuencia, y pese al deseo de los alternantes por agradar, la tarde fue definida por la impotencia ante un encierro que imposibilitó el lucimiento y relegó la emoción taurina a un amargo segundo plano.
¿Qué significa el término "dos avisos" en la tauromaquia?
Dentro de una corrida de toros, uno de los momentos de mayor tensión para el torero y el público ocurre cuando el diestro no logra matar al toro en el tiempo reglamentario. Al pasar determinados minutos sin que este hecho se concrete, la presidencia de la plaza marca un aviso sonoro: la primera vez es el "primer aviso", y si la situación persiste, se concede un segundo e incluso puede llegar un tercer aviso. Si ocurre el tercero, el toro es retirado y se considera que el torero ha fracasado en el cierre de su labor.
En la corrida relatada, tanto Román como Zulueta escucharon dos avisos en más de una oportunidad, reflejando las complicaciones surgidas por la condición del ganado y evidenciando la importancia de este término como parte del reglamento y la atmósfera que rodea al espectáculo taurino. ¿Qué otros aspectos del reglamento taurino influyen de manera determinante en el desarrollo de una corrida?
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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