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La reciente intervención en Valledupar de dos locales que operaban máquinas tragamonedas sin la debida autorización constituye mucho más que una simple infracción comercial. Este operativo, realizado por la Policía Fiscal y Aduanera en el marco del “Plan Operativo Anticontrabando”, puso en evidencia la complejidad y gravedad jurídica de la problemática, culminando con la detención de dos individuos por presunto ejercicio ilícito de actividad monopolística de arbitrio rentístico, según lo establecido en el artículo 312 del Código Penal colombiano, tal como informó el diario El Pilón. La acción oficial resalta la determinación del Estado por combatir el fenómeno de la ilegalidad en los juegos de azar y por salvaguardar los intereses públicos que se ven afectados por estas prácticas.
El impacto del juego ilegal trasciende la evasión fiscal directa, alimentando delitos conexos como el lavado de activos y posibilitando redes que afectan el orden institucional. Datos ofrecidos por el coronel Alex Durán, comandante de la Policía Metropolitana de Valledupar, indican que solo una de estas máquinas generaba más de 30 millones de pesos mensuales, lo que da una idea de la magnitud del negocio clandestino. Este flujo de recursos, que no ingresa a las arcas estatales, coincide con los cálculos de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), que señala que la ilegalidad en este sector priva de fondos importantes a la economía formal y afecta la estabilidad social.
El seguimiento a estas prácticas muestra una acción coordinada y continua: solo en Valledupar, durante el presente año han sido realizadas cuatro operaciones similares, resultando en la incautación de 52 máquinas tragamonedas por un valor superior a los 74 millones de pesos y la aprehensión de cuatro personas involucradas. Informes de El Tiempo y El Espectador han descrito el crecimiento de redes ilícitas de juego en el país, puntualizando en la importancia de la articulación interinstitucional entre Coljuegos (ente regulador estatal), la Policía y la DIAN para enfrentar de manera estructural el problema.




El rol de Coljuegos, entidad encargada de regular y otorgar licencias para las apuestas y casinos en Colombia, es central: su función es garantizar que las operaciones cumplan con las normas fiscales, jurídicas y de protección al usuario. Establecimientos que funcionan sin permisos oficiales afectan no solo a la recaudación estatal, sino también a la competencia leal en el sector, según lo señalado en un estudio de la Universidad Externado de Colombia. Este contexto explica por qué la lucha contra el juego ilegal requiere tanto la acción policial como la concienciación ciudadana.
De acuerdo con la Universidad Nacional y la Fundación por la Legalidad en Colombia, el abordaje efectivo del problema debe contemplar los riesgos sociales, como el aumento de la adicción y el impacto en los sectores más vulnerables. De ahí la importancia de que los ciudadanos reporten irregularidades a través de la línea 123 para fortalecer la respuesta institucional. El operativo en Valledupar es ejemplo de una política de Estado que, con apoyo ciudadano y estrategias transparentes, busca instaurar un sistema regulado, justo y con pleno respeto a la legalidad.
¿Cuál es el papel exacto de Coljuegos en la regulación del juego en Colombia? La pertinencia de esta pregunta reside en que Coljuegos, como la entidad estatal responsable, establece las directrices para la operación legal del sector de apuestas y juegos de azar, otorgando permisos y supervisando el cumplimiento de normas requeridas. Entender su rol y sus competencias ayuda a contextualizar por qué la ausencia de autorización formal convierte a un establecimiento en ilegal y cómo ello afecta tanto a la economía como a la integridad del sector.
¿Qué significa ‘actividad monopolística de arbitrio rentístico’ según el Código Penal colombiano? Esta cuestión cobra importancia para comprender el alcance de la acción judicial en estos casos. El término se refiere a la explotación exclusiva de actividades económicas que, por decisión estatal, deben ser administradas directamente por el Estado o bajo régimen de concesión. En el contexto del juego de azar, su ejercicio clandestino se configura como delito, sancionable de acuerdo a lo estipulado en el artículo 312 del Código Penal colombiano, reforzando la gravedad de operar sin los permisos correspondientes.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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