Por: CENET

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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 5, 2025 - 2:25 pm
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Incauca, una de las empresas más emblemáticas de la agroindustria en Colombia con más de seis décadas de experiencia, ha presentado recientemente una nueva identidad visual. Sin embargo, el cambio no es solamente superficial; lo estético queda en segundo plano ante un renovado compromiso con los desafíos de la transición energética en el país y su responsabilidad con el entorno productivo y social. De acuerdo con lo expuesto en la propia comunicación institucional de Incauca, esta transformación busca consolidar el papel estratégico de la compañía en el desarrollo sostenible y regional, mostrando cómo la industria puede evolucionar junto con las exigencias ambientales y de competitividad global.

Roberto Klinger, presidente de Incauca, afirma que esta renovación representa un compromiso a largo plazo en el que la generación de energía limpia es central. Incauca produce electricidad a partir del bagazo de la caña de azúcar, un subproducto agrícola, lo que no solo satisface la totalidad de su consumo interno sino que añade más de 32 millones de kilovatios-hora (kWh) mensuales al Sistema Interconectado Nacional (SIN). Ese aporte equivale al consumo eléctrico de ciudades colombianas de tamaño medio, según información de la propia compañía, lo que subraya el peso de Incauca en el panorama energético nacional.

La cogeneración que se implementa en Incauca está basada en biomasa, es decir, en el aprovechamiento de residuos orgánicos para producir energía. El Ministerio de Minas y Energía de Colombia señala que este tipo de energía renovable tiene un gran potencial para diversificar la matriz eléctrica nacional, tradicionalmente dependiente de las hidroeléctricas y, en años recientes, complementada con fuentes solares y eólicas. Incauca es pionera en demostrar la viabilidad de la biomasa a escala industrial, ubicándola como referencia en el sector.

En cuanto a biocombustibles, Incauca da un paso adicional con la producción de bioetanol a partir de la caña de azúcar desde hace veinte años. Su capacidad de hasta 120 millones de litros anuales permite que este biocombustible, mezclado con gasolina, logre reducir en un 74% las emisiones de gases de efecto invernadero frente a los combustibles fósiles, de acuerdo con la empresa y el Instituto Nacional de Biodiversidad y Agropecuario (INBAR). Este avance contribuye a los objetivos nacionales establecidos en el Acuerdo de París para lograr una economía baja en carbono.

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Paralelamente, la compañía mantiene una robusta producción azucarera que en 2024 alcanza los 5,1 millones de quintales, diversificando sus productos entre azúcar blanca, morena, orgánica y extrafina. Sus exportaciones suman el 20,7% de las ventas totales al llegar a más de 26 países, demostrando la proyección internacional del sector y su relevancia como generador de divisas, según datos de ProColombia. También destacan sus iniciativas para valorizar residuos agrícolas, convirtiéndolos en 92.000 toneladas de abonos orgánicos que benefician la fertilidad y sostenibilidad de los suelos regionales, como lo reporta FAO Colombia.

El impacto social de Incauca se refleja en la generación de más de 4.500 empleos directos y una inversión en salarios y beneficios que supera los 313.000 millones de pesos colombianos en 2024. El trabajo en educación mediante la Escuela Incauca, programas de becas y alianzas con comunidades indígenas, como la producción de mora con la comunidad Nasa de Miranda (Cauca), destaca el valor añadido de su modelo para el desarrollo y la inclusión social. Sus actividades deportivas, que involucran a casi 1.400 menores cada año, complementan un enfoque integral de responsabilidad social que va más allá del aspecto económico.

¿Por qué el uso de biomasa es relevante para la transición energética en Colombia? La biomasa, como se expone en el texto, consiste en utilizar residuos orgánicos generados por la actividad agrícola para producir energía. En el contexto colombiano, el Ministerio de Minas y Energía considera que su aprovechamiento es clave para reducir la dependencia de fuentes convencionales y mitigar el impacto ambiental derivado del consumo de combustibles fósiles. Por eso, empresas como Incauca que han implementado exitosamente la cogeneración con biomasa muestran que el sector privado puede contribuir significativamente a los objetivos nacionales de sostenibilidad y diversificación energética.

¿Qué beneficios sociales surgen de las alianzas entre empresas agroindustriales y comunidades locales? Las alianzas productivas, como la establecida por Incauca con la comunidad Nasa para la producción de mora, tienen un impacto positivo inmediato en el ingreso familiar y en el desarrollo rural. Según el texto, este tipo de colaboraciones permite que la economía local se fortalezca, que se aumente el acceso a la educación y que se promueva la inclusión social. El resultado es un modelo de desarrollo más equitativo en el que la empresa no solo busca beneficios económicos sino que se convierte en motor de transformación social para las regiones donde opera.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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