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El sector cafetero colombiano afronta en noviembre un periodo de alta trascendencia, dado que durante este mes se desarrollarán dos eventos centrales que delinearán su futuro inmediato: el Precongreso Cafetero, convocado para el 12 de noviembre en Pereira, y el tradicional Congreso Cafetero, que se celebrará entre el 26 y 28 del mismo mes en la ciudad de Bogotá. Estas reuniones reunirán a cerca de 120 delegados provenientes de todo el país con el objetivo de debatir aspectos estratégicos como la evolución de los precios nacionales e internacionales del café, el nivel de la producción y la implementación de acciones para incrementar el consumo interno, que actualmente se sitúa en apenas 2,2 kilogramos por persona al año, una cifra que resulta baja cuando se la compara con la de otros países productores, según fuentes del artículo original.
Colombia ha consolidado su reputación global mediante la producción de café arábigo de alta calidad, mientras que la organización interna del sector se ha apoyado principalmente en la labor de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC). Esta entidad ejerce control sobre diversos aspectos de la cadena productiva y comercial, brindando respaldo esencial a los cultivadores. Durante el año en curso, la producción ha alcanzado un récord de 14 millones 869 mil sacos, el volumen más elevado registrado en 33 años, conforme a datos de la FNC y el artículo citado. Este logro intenta fortalecer la posición de Colombia en mercados internacionales marcados por la competencia, la volatilidad de los precios y los desafíos planteados por las condiciones climáticas variadas.
El departamento del Huila figura como líder en producción desde hace más de diez años, reflejo de su apuesta por la modernización y la sostenibilidad. De acuerdo con el informe de la Federación para 2025, la aplicación de la llamada "Regla de Oro" —basada en la medición de Unidades Productivas Agropecuarias (UPA)— ha servido de referencia para orientar políticas de apoyo que benefician directamente a las 540 mil familias involucradas en la cadena productiva.
Entre los temas más sensibles se encuentra la discusión sobre el futuro del contrato que regula el manejo del Fondo Nacional del Café. Este fondo, de naturaleza parafiscal, es vital para el financiamiento de programas sectoriales y cuenta con el aporte tanto de los productores como del comercio, mientras que su administración actual concluye en junio de 2026. Según entrevistas y reportes recientes, la posible intromisión estatal directa preocupa a numerosos caficultores, quienes consideran esencial que se mantenga la autonomía y la eficacia en la asignación y uso de estos recursos.




En respuesta al reto de un consumo interno débil, la Federación Nacional de Cafeteros ha trabajado en fomentar la cultura del café, inspirándose en experiencias de Brasil o Vietnam, donde el consumo per cápita es mucho mayor. Esto, según análisis económicos y reportes internacionales, permitiría amortiguar los efectos de la fluctuación en los precios internacionales y añadiría un sustento cultural a la cadena. El impulso tecnológico y logístico completa el panorama: inversiones recientes en infraestructura, como el nuevo centro inaugurado por Buencafé Liofilizado en Caldas, anticipan un salto en la eficiencia del procesamiento y la distribución, lo que redundará en una mayor competencia en el mercado global.
Los dos eventos de noviembre, en consecuencia, serán espacios cruciales donde actores productivos, empresariales y estatales podrán definir consensos y trazar hojas de ruta que afectarán a miles de familias. Así, lo que está en juego no se limita solo a cifras económicas, sino al equilibrio entre tradición, innovación y el papel del café en la identidad nacional colombiana.
¿Qué papel cumple la Federación Nacional de Cafeteros en la estructura del sector?
La Federación Nacional de Cafeteros —FNC— ha sido el eje articulador del sector cafetero en Colombia, ya que gestiona la representación de los productores, controla la comercialización, y orienta los apoyos estructurales para los cultivadores. Su estructura organizacional facilita la toma de decisiones colectivas durante congresos y precongresos, donde se debaten los principales aspectos relacionados con producción, precios y distribución de recursos.
Este liderazgo cobra especial relevancia en coyunturas políticas y económicas, dado que la legitimidad de la FNC se traduce en la defensa de la autonomía para administrar fondos clave como el Fondo Nacional del Café, función crucial para asegurar que los intereses de las familias productoras estén siempre en el centro de las políticas sectoriales.
¿Por qué es importante el Fondo Nacional del Café y qué riesgos enfrenta?
El Fondo Nacional del Café constituye la principal fuente de financiamiento para proyectos de infraestructura, asistencia técnica y programas sociales destinados al sector cafetero. Su origen parafiscal implica que los mismos productores, junto al comercio, garantizan su sostenibilidad económica, lo que le otorga independencia en la toma de decisiones relevantes.
No obstante, la cercanía de la finalización del actual contrato de su administración genera incertidumbre. Los productores temen que una gestión con mayor intervención estatal comprometa tanto la eficiencia como la autonomía del fondo, afectando negativamente el bienestar y la estabilidad de las múltiples familias cafeteras que dependen de sus recursos.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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